Basta con darse una vuelta por una noticia cualquiera de José María Figueres publicada o compartida en la red social Facebook para comprender el grado de rechazo que sufre la figura del ex presidente.
Claro este es un parámetro reciente y de poco rigor científico, pero para los que prefieren otros instrumentos de medición, están también todas las encuestas de popularidad política de los últimos veinte años, donde ningún estudio ubica a Figueres por encima del 20% de aceptación.
Para los más escépticos sobre el rechazo que recibe el expresidente Figueres, solo basta con realizar una visita por cualquier rincón del país y preguntarle a la gente: ¿Qué piensa usted de José María Figueres? Las respuestas serán variadas pero claras.
Con este panorama es evidente la ardua labor que tiene Figueres por delante si quiere llevar a buen puerto sus aspiraciones presidenciales en el 2018.
El viejo dicho de “más vale malo conocido que nuevo por conocer” parece que tampoco aplica ya en Costa Rica, donde el electorado en el último proceso apostó al “nuevo por conocer” y aunque no son pocos los que hoy muestran un irreversible arrepentimiento, también es cierto que no cambiarían eso por un “malo conocido”.
Hoy los costarricenses están entendiendo que no se puede llevar a la presidencia a un improvisador y también tienen claro que no deben volver a pasados nublados.
El problema para Figueres es que cualquier cosa que diga es usada en su contra. Su declaración donde aseguró “Quiero que el nuevo PLN sea una potencia en lo ético”, fue recibida como una burla por parte de la mayoría. Lo ético (con razón o sin ella) es uno de los principales cuestionamientos que se le plantean al ex mandatario.
Todo decir de Figueres Olsen es cuestionado, atacado, rechazado y esa sí es una forma difícil de penetrar en el gusto del electorado de cara al próximo proceso presidencial.
Por otro lado podríamos decir que en política los ataques rastreros son tan dañinos como los “asesores” serviles.
Es notorio que Figueres se está rodeando de los famosos “Yes sir”, gente que perturbados por la idea de llegar al poder se entregan en una suerte de adulación del líder sin valorar que el mejor consejo por ahora es tomar una fuerte dosis de ubicación y de realismo político costarricense.
Es claro que lo menos que aplicará el costarricense al emitir su voto en el 2018 es el famoso “no me acuerdo”.