Los fertilizantes nitrogenados, orgánicos o minerales, son responsables de la mayor parte de las emisiones de N2O desde la actividad agrícola. Este gas tiene un potencial de calentamiento 300 veces superior al del CO2, siendo por ello altamente prioritario el establecimiento de estrategias de mitigación. El N2O se produce principalmente por los procesos microbiológicos del suelo conocidos como nitrificación y desnitrificación. Cuando un fertilizante nitrogenado es aportado al suelo se incrementa su actividad microbiológica activando ambos procesos, que a su vez dependen de factores como el climático, el edáfico y el manejo del campo. Hasta ahora las medidas para mitigar las emisiones de óxido nitroso (N2O) se centraban en el manejo del cultivo. Un tipo más grave de contaminación agrícola son los problemas de desechos sólidos que resultan de las prácticas agrícolas. Los científicos estiman que poco más de la mitad de todos los residuos sólidos producidos cada año – un total de alrededor de 2 mil millones de toneladas (2 mil millones de toneladas métricas) – provienen de una variedad de actividades agrícolas. Algunos de estos desechos representan poca o ninguna amenaza para el medio ambiente. Los residuos de cultivos dejados en los campos cultivados y el estiércol animal producido en los pastizales, por ejemplo, eventualmente se descomponen, devolviendo nutrientes valiosos al suelo. La agricultura intensiva contribuye en gran medida a la erosión del suelo y la sedimentación. Las preparaciones del suelo a gran escala con granes máquinas consumen combustibles fósiles. Además, millones de suelos fértiles se descomponen, degradan y erosionan a través de las escorrentías de aguas pluviales que terminan acumulándose como sedimentos en ríos, arroyos, lagos, océanos u otras regiones terrestres. Por lo tanto, afecta la calidad del agua de varias maneras, por ejemplo, al ensuciarla o contaminarla con los residuos agroquímicos presentes en los suelos. Los fertilizantes nitrogenados son responsables de la emisión de óxido nitroso (N₂O), que tiene un potencial de calentamiento global 300 veces mayor que el CO₂.
El ganado alimentado con pastos de buena digestibilidad emite menos metano; el problema se da cuando se alimenta con dietas no naturales que es cuando son fuentes importantes de gases de efecto invernadero y residuos excretores. Los pastos de buena calidad y tiernos tienen menos fibras insolubles como la celulosa y la lignina tardan más tiempo en ser descompuestas por los microorganismos del rumen y producen más metano. Por el contrario, los alimentos con menos fibra generan menos metano durante su fermentación. Pastos digestibles son más fáciles de descomponer en el rumen, lo que significa que se produce menos fermentación anaerobia prolongada, un proceso que genera metano como subproducto. Las emisiones de fertilizantes representan alrededor del 12-14% de las emisiones totales del sector agrícola. Enfoques más recientes: Algunos estudios sugieren que, ajustando las metodologías, el impacto del ganado (solo del tracto digestivo) podría representar entre el 4 % y el 5 % de las emisiones globales de GEI. Estos cálculos consideran emisiones netas, excluyendo la captura de carbono en pastizales manejados y mejorando los datos de inventarios locales. En sus informes, como el conocido “Tackling Climate Change through Livestock”, la FAO consideraron múltiples parámetros y factores relacionados con la producción, manejo y consumo de productos ganaderos, por lo que el dato de 18 % de emisión de gases no solo se refería a el gas que el ganado emite por el tracto digestivo.
En el ganado estabulado la emisión de gases es mayor porque las dietas ricas en carbohidratos, como aquellas basadas en el maíz, pueden aumentar la emisión de metano en rumiantes. Esto se debe a los procesos de fermentación en el rumen, donde los microorganismos descomponen los carbohidratos en ácidos grasos volátiles, gases (como dióxido de carbono y metano) y otros subproductos. La cantidad de metano producido depende de varios factores relacionados con la dieta.