Falacias de campañas políticas

Frecuentemente escuchamos afirmaciones en la que damos por sentado su certeza, sin embargo no son ciertas, o no tanto. Para mencionar una, tenemos décadas de escuchar que la criminalidad se combate mejorando la educación, entonces ¿Qué tan cierto es eso? La verdad me parece que no tanto.

Una buena educación, una integral, debe ayudar al desarrollo de la capacidad intelectual y moral de los individuos, sin embargo el abordaje que se ha querido dar a la educación es puramente intelectual, luego se piensa que una población mejor educada tendrá más oportunidades de acceder a mayor cantidad de empleos y mejor remunerados, lo que les permitiría salir de la pobreza, pero todo esto viene antecedido de una conclusión errada y es que la criminalidad es consecuencia de la pobreza.

Resulta ofensivo pensar que la pobreza es la antesala de la criminalidad, porque se sabe que muchas, la grandísima mayoría, de las personas que tuvieron carencias materiales nunca delinquieron, no es una conclusión válida entonces pensar que alguien es delincuente porque es pobre, sería un error también pensar que una persona adinerada no podría ser delincuente ya que sobran casos para demostrar que si hay muchos delincuentes de clase alta.

Para reafirmar el hecho de que la educación se ve de la forma puramente intelectual, se interpretó que para mejorar la educación se debía incrementar el monto que en el Presupuesto de la República se debía destinar a la misma y desde el año 2011 se ordenó que el presupuesto destinado a la educación debía ser de al menos 8% del producto interno bruto, este dinero se utiliza para mejorar la infraestructura y condiciones de los estudiantes como alimentación y becas, pero desde entonces ¿cuánto de ese recurso se utilizó en incluir programas de educación sobre moral, ética o afectividad? (afectividad no quiere decir sexualidad), uno pensaría que no mucho o nada, sobre todo porque gran parte del aumento de recursos  va dirigido a las universidades públicas donde sus estudiantes son mayores de edad y se supone que tienen una ética definida según lo aprendido de sus experiencias, entorno y familias.

Si fuera cierto que la criminalidad se combate con educación entonces debemos decir que los gobiernos de los 80s y 90s fallaron en sus políticas educativas porque los criminales de hoy recibieron educación primaria y secundaria durante esos periodos.

Pensar que la criminalidad de hoy es culpa de las fallas en política educativa de hace 20 o 30 años, es como pensar que la educación de hoy disminuirá la criminalidad de los años 2040 o 2050, por lo cual los políticos de hoy, que ven el problema hoy, deberían tener otro discurso, uno más inteligente ya que Costa Rica está en un periodo complicado en cuanto al aumento de la delincuencia y la aparición de nuevos tipos de delincuencia como cibernética, estafas con tarjetas de crédito y otras.

Combatir la alta criminalidad que existe hoy en Costa Rica exige medidas inmediatas, los candidatos presidenciales deberían proponer hacer más cárceles, cambiar las leyes para crear penas más duras, crear programas de sensibilización sobre ética y moral para reclusos y descontar tiempo carcelario por horas de trabajo que formen capacidades, para cuando los presos se incorporen de nuevo a la sociedad, y al igual que con los recursos monetarios, priorizar los espacios carcelarios disponibles. No es inteligente ni lógico que le otorguen beneficios carcelarios y saquen de las cárceles a narcotraficantes, homicidas, asaltantes y violadores porque no caben, mientras se tienen personas encerradas por no poder pagar pensión alimentaria.

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