A raíz de un proyecto contra la usura, presentado por los diputados David Gourzong y Welmer Ramos, se ha levantado una fuerte reacción de algunos bancos privados. Reconocemos el derecho de todos a defender sus intereses, pero también advertimos límites ante el interés superior de una nación. Hemos llegado a argumentos que ofenden el sentido común y los cimientos morales básicos de la convivencia social y la buena marcha del sistema económico.
Mientras la banca cooperativa mantiene el nivel máximo de tasas de interés en tarjetas de crédito al 22%, y la banca estatal al 30%, algunos bancos pretenden justificar tasas de interés superiores al 50%. La élite política y económica del país está de acuerdo en ajustar las variables macroeconómicas del país a niveles que nos permitan acceder a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE). Sin embargo, extrañamente, en este campo, la banca privada presiona fuertemente a los diputados para mantener tasas de interés dignas de economías más complicadas del Tercer Mundo. El promedio de estas tasas en la OCDE apenas pasa el 20% y en Estados Unidos solo llegan al 16%. Con solo comparar brota la evidencia. ¿Qué razones podrían justificar mantener aquí las tasas en tarjetas de crédito que imponen los bancos privados y el comercio expendedor de electrodomésticos, que en este caso, llegan hasta el 10% mensual?
Este pueblo está al borde de la asfixia por las deudas que se acumulan como producto de esta irregularidad. Centenares de miles sufren una especie de esclavitud que los ata a trabajar y vivir solo para pagar deudas. En el caso de los electrodomésticos, se agrega el hecho de que son los más pobres los que acaban pagando hasta cuatro veces más que el valor normal de sus compras. Mantener esas tasas de interés no solo tiene un efecto social perverso contra los más débiles sino también contra el propio sistema económico.
Se aducen razones técnicas que delatan una obvia falsedad. Y se ataca la iniciativa acusando ideas izquierdistas. Pero aquí, el propio sector empresarial reconoce la bondad del proyecto, porque también favorece a las empresas privadas, grandes y pequeñas. La pretensión del lobby bancario no solo va contra ideas sociales. También ataca al sistema capitalista que se aletarga por la asfixia impuesta por esta situación. Al final, con parar la usura, no solo se libera a mucha gente de una pesada carga. También la economía recibirá una inyección de vitalidad para la necesaria la reactivación de la producción nacional. ¡Bienvenido el proyecto de ley! Todos los costarricenses debemos manifestar nuestro apoyo.
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