La equidad de género en el sector agrícola no es solo una cuestión de justicia, sino también un factor clave para mejorar la productividad, la sostenibilidad y el bienestar de las comunidades. Sin embargo, las mujeres que trabajan en el campo continúan enfrentando barreras estructurales que limitan su acceso a oportunidades en igualdad de condiciones.
En Costa Rica, el 15,6% de las personas productoras agrícolas son mujeres. A pesar de su contribución esencial a la seguridad alimentaria y la conservación del ambiente, muchas de ellas trabajan en condiciones de desigualdad: menores salarios, pocas oportunidades de capacitación y liderazgo, y una sobrecarga de tareas que incluyen el trabajo doméstico y de cuido.
Uno de los datos más preocupantes en este contexto es la brecha salarial. Según la FAO, por cada dólar que gana un hombre en la agricultura, una mujer percibe solo 82 céntimos. Esta disparidad no solo impacta la autonomía económica de las trabajadoras, sino que perpetúa un sistema de desigualdad que afecta a sus familias y comunidades. La falta de acceso a educación financiera y asesoría legal también agrava la situación, limitando las posibilidades de las mujeres para mejorar su bienestar y el de sus hogares.
Desde nuestra experiencia en Fyffes, hemos escuchado las preocupaciones de nuestras personas colaboradoras y hemos identificado desafíos clave. Para avanzar hacia la equidad salarial, estamos realizando un análisis detallado de las remuneraciones en nuestras operaciones, lo que nos permitirá detectar desigualdades y definir estrategias para eliminarlas. Nos hemos comprometido a cerrar la brecha salarial de género para 2030, asegurando que todas las personas reciban una compensación justa y equitativa por el mismo trabajo realizado en igualdad de condiciones. Este proceso implica la creación de un modelo de remuneraciones más transparente y equitativo, junto con esfuerzos para fortalecer la cultura organizacional en torno a la equidad.
Sin embargo, la equidad salarial no es el único reto. Para que estas medidas sean sostenibles, es fundamental brindar herramientas que permitan a las trabajadoras mejorar sus condiciones de vida. En respuesta a sus necesidades, hemos implementado recursos como el Programa Bienestar que brinda de forma gratuita asesoría financiera, legal, psicológica y nutricional así como un programa de audio-aprendizaje que ofrece información práctica sobre planificación familiar, finanzas personales, enfermedades de transmisión sexual y prevención de la violencia de género. Si bien estas iniciativas no resuelven todos los desafíos, representan pasos concretos para avanzar hacia un entorno laboral más equitativo.
Construir un sector agrícola más equitativo requiere transformar las estructuras que perpetúan la desigualdad. Las empresas debemos ser parte activa de la solución, adoptando prácticas que eliminen las barreras que limitan el desarrollo de quienes trabajan en el campo. Solo así podremos asegurar un sector agrícola más competitivo, eficiente y preparado para los desafíos del futuro, mientras generamos valor real para todas las partes involucradas.