Pasada las votaciones del 6 de junio del 2021, la realidad política nos presenta al PLN con un candidato cuya imagen y apoyo mediático se ha multiplicado de manera importante en los últimos meses, y un escenario rodeado de muchas dudas y compromisos adquiridos alrededor de la estrategia de pactos y adhesiones.
Costa Rica está viviendo la peor crisis sanitaria, social, económica, institucional y política y está muy cerca de las próximas elecciones presidenciales y de diputados. Pese a eso, los costarricenses conscientes de que el barco navega en aguas turbulentas, señal de que debemos tomar el control político, para erigir un proyecto país, que abarque nuestros ideales, necesidades, y proyectos, para la construcción de una región próspera para todos.
Esto supone que el país urge de una movilización ciudadana que evite el aumento de la corrupción y de la descomposición política. Los costarricenses debemos enarbolar como banderas de lucha; la libertad, democracia, y el sufragio; como vías institucionales para hacer del ejercicio político la locomotora de cambios imprescindible para el desarrollo social.
En otras palabras, la vieja dirigencia y sus estructuras no representan casi a nadie, no inspiran confianza y carecen de legitimidad, por eso es necesario, recuperar el respeto hacia la política, la familia, los ciudadanos, las instituciones, los recursos estatales, al Creador y por la vida, en todas sus dimensiones.
Está claro que se debe combatir la cualquierización de la política impidiendo que políticos que ya ocuparon puestos importantes y culpables de los muchos problemas relacionados al saqueo de los bienes públicos, aumento de la deuda externa, clientelismo político, pensiones de lujo, encarecimiento de los combustibles, y del aumento de la pobreza extrema, continúen socavando la democracia.
Por lo tanto no nos quejemos ante la falta de competencia de tantos dirigentes políticos, si aceptamos su nombramiento para desempeñar funciones en las que no estaban capacitados, porque el costo de la crisis lo están pagando las personas de diferentes formas: desempleo, cierre de PYMES aumento de actos delictivos y endeudamiento estatal, etc.
Del mismo modo, deberíamos reconocer ante los graves problemas económicos y sociales, nuestra responsabilidad en la elección y en la vigilancia de los gestores públicos, que la clase política, con honrosas excepciones, está en un proceso de degradación por haber creado las condiciones para el descalabro financiero de las instituciones públicas, atentando contra todos los valores éticos, morales, de confianza y de credibilidad.
Finalmente, para ir resumiendo, no nos escandalicemos con los políticos y grupos políticos , que no inspiran confianza porque el destino económico de un país y el desempleo no dependen de las promesas de los políticos, que las reiteran en cada elección, sino en el éxito de nuestras ideas, innovación, trabajo y productos.
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