Energía azul: En 1954 el investigador R. E. Pattle en el volumen 174, de la revista científica Nature, menciona por primera vez el término energía azul, en referencia a la potencia eléctrica generada, en una pila, por la mezcla de agua dulce y salada. En 2009, Jan Post en Holanda y en 2012, Vaibhav Rai y Rahul Dubey en la India, retoman la investigación y profundizan en la reacción química que experimentan los iones debido a la entropía de la mezcla de aguas. Para los efectos de este aporte, se generaliza el alcance del término, energía azul, a la producida por las olas, mareas, corrientes, gradientes térmicos, salinos e incluso el viento marino (offshore).
Tendencias mundiales: Como parte de los esfuerzos internacionales por reducir los efectos del calentamiento global y los embates del cambio climático, en los últimos 10 años se han incrementado las investigaciones sobre fuentes de energía renovable no convencional. La energía azul, no es la excepción, alrededor del mundo se han constituido equipos con especialistas en energía marina, se han multiplicado los sitios con tanques de prueba y se han reducido las brechas tecnológicas como efecto del aumento de proyectos en Europa, Asia e incluso en América (Estados Unidos, México, Chile y Colombia). Un reciente informe de IRENA (2018, www.irena.com) confirma que, a nivel mundial, existen proyectos pilotos de demostración, mucho de ellos cerca de la fase de comercialización. El próximo paso será la demostración con granjas de energía marina de varios mega-watts.
¿Cuál es la situación de Costa Rica? El país ha consolidado una matriz electro-energética basada en fuentes renovables firmes, esencialmente de origen continental, que es aprovechada por las fuerzas de los ríos, calor volcánico, viento, sol e incluso biomasa. Siendo que, aproximadamente, somos 10 veces más mar que tierra, incuestionablemente existe un vasto patrimonio natural, en el Océano Pacífico y en el Mar Caribe, que no solo es diverso en ecosistemas y rico en vida marina, sino en recursos energéticos disponibles para el futuro aprovechamiento electro-energético de Costa Rica. Olas, mareas, corrientes, viento marino e incluso gradientes térmicos y salinos, son opciones que complementarán la actual matriz energética. Para alcanzar ese objetivo existe una hoja de ruta que incluye investigación oceanográfica específica, desarrollo de mapas de potenciales energéticos, ordenamiento espacial marino-costero y valoración ecosistémica de servicios de provisión energética.
Futuro energético marino promisorio: Costa Rica cuenta con una serie de condiciones propicias para el desarrollo de energía azul. Resultados de investigaciones, del Centro de Investigaciones Geofísicas de la Universidad de Costa Rica, confirman que en Bahía Salinas existe una pluma de viento con velocidades que se requieren para producir electricidad desde mar adentro. La generación eólica offshore aumentaría el porcentaje de renovabilidad de la matriz eléctrica, contaríamos con energía, con un alto factor de planta (0.4), que complementaría una futura demanda de electricidad para los polos de desarrollo que se han planificado al norte del Golfo de Papagayo. Adicionalmente, en la investigación “Determinación del potencial de energía marina para generación eléctrica en Costa Rica, del ICE, se indica que existen 2000 megavatios en olas y que hay un potencial en corrientes de mareas, en el Golfo Nicoya, con velocidades aptas para pruebas y desarrollos tecnológicos. También las bocas de ríos, que drenan al mar, cuentan con un recurso energético que podría aprovecharse, como ocurre en muchos países, mediante sistemas hidrocinéticos.
Conclusiones en prospectiva: En los próximos decenios seremos testigos de la marinización de la matriz eléctrica con energía azul. Desde el mar emergerán soluciones energéticas para zonas costeras aisladas de la red, tendremos generación distribuida para comunidades pesqueras sin acceso a energía firme y para promover polos de desarrollo y calidad de vida, mediante distritos de fríos y proyectos de desalinización de agua para consumo y usos industriales. Se requerirá una nueva infraestructura energética adaptada a las necesidades de la costa. Viene una oleada de nuevos expertos que enfrentarán los retos que impone el mar con respecto a generación y distribución de energía, fatiga de materiales, inclemencias oceanográficas, aspectos ambientales, marco legal y tarifas. Para lograrlo, será ineludible quitarse las lentes de la inmediatez y el cortoplacismo, necesitamos anticipar la nueva economía azul. Asumir una visión de prospectiva es determinante, la ruta obligatoria es dejar de estar de espaldas al mar.
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