En serio ¿Para qué sirve la OEA?

El pasado 23 de junio sucedieron dos hechos simultáneos que, para América Latina, son importantes. Por una parte, el gobierno de Colombia y los representantes de la guerrilla terrorista de las FARC, firmaron un acuerdo de paz y de definitivo alto al fuego, es un logro que Costa Rica debe saludar con emoción.

Sin embargo, hay otro asunto igualmente relevante para la paz y la democracia en otro país amigo en el que, al parecer no hay nada que celebrar y sí mucho de que preocuparse.

Ese mismo día, el Consejo Permanente de la OEA conoció el Informe de su Secretario General, señor Luis Almagro, que recomienda la aplicación de los procedimientos de la Carta Democrática para resolver la situación en Venezuela.

La tesis de dicho Informe recomienda la actuación de la OEA ante la evidente violación a los principios básicos de la democracia representativa en ese país; violaciones que tienen su origen en la actuación arbitraria y dictatorial del ilegítimo Presidente del Poder Ejecutivo, señor Nicolás Maduro.

Sin embargo, contrario a lo esperado, el Consejo Permanente no votó el Informe de su Secretario General,  limitándose, su Presidente a reiterar el apoyo a la gestión de intermediación de los ex Presidentes Rodríguez Zapatero, Martín Torrijos y Leonel Fernández que, desde ayer mismo, ya había sido calificada por la oposición democrática al régimen de Nicolás Maduro, como una maniobra para darle oxígeno al régimen chavista. Es decir que la sesión del 23 de junio –convocada de urgencia- terminó, como muchas otras cosas en la OEA, en un saludo a la bandera.

Costa Rica debe liderar el proceso en el seno de esa organización para que se vote y apruebe el Informe Almagro y se abra, de manera clara y decidida, una contribución de la OEA para llevar la paz, restaurar la democracia participativa y contribuir a la vigencia de los derechos humanos en ese país.

Costa Rica tiene una especial fuerza moral al invocar la aplicación de los procedimientos de la Carta Democrática Interamericana en la medida en que fue, precisamente, el país que más contribución hizo para que dicho instrumento jurídico fuese aprobado, de manera unánime, por las 34 naciones que forman la OEA.

La crisis venezolana es una buena oportunidad para que la OEA demuestre para qué sirve y Costa Rica tiene la autoridad para liderar ese proceso de demostración de utilidad.

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