En los últimos años, muchos gobiernos han caído en la tentación de financiarse a través de deuda, impulsados por la posibilidad de acceder a tasas de interés bajas. Aunque en términos económicos esto puede parecer una estrategia viable, especialmente en tiempos de crisis, el uso excesivo de la deuda puede tener consecuencias devastadoras, especialmente en el sector salud.
El acceso a financiamiento más barato puede llevar a una ilusión de abundancia que, a corto plazo, permite a los gobiernos invertir en infraestructura sanitaria, adquirir tecnología moderna y mejorar la atención al paciente. Sin embargo, esta estrategia es peligrosa si se desconoce el impacto a largo plazo de aumentar la carga de la deuda. Cada euro o dólar que se destina a financiar déficits presupuestarios es un recurso que no se destina a mejorar la recaudación del seguro de salud, un pilar fundamental para garantizar servicios de calidad.
Una recaudación sólida del seguro de salud es esencial para mantener un sistema sanitario sostenible. La dependencia de financiamiento barato puede generar una cultura de gasto irresponsable, donde se priorizan proyectos a corto plazo en detrimento de una planificación a largo plazo que asegure la viabilidad del sistema. Además, cuando los gobiernos dependen de deuda externa o de préstamos, su autonomía fiscal se ve comprometida. En momentos de crisis económica, las restricciones impuestas por los acreedores pueden llevar a recortes en salud, afectando a los más vulnerables.
La salud pública no debe ser vista como un área donde se pueden hacer recortes o ajustes temporales. En vez de buscar soluciones a través de financiamiento barato, es crucial fomentar una cultura de recaudación eficiente, que permita generar recursos internos para el sistema de salud. La implementación de políticas fiscales que fortalezcan el seguro de salud puede garantizar un acceso equitativo y sostenible a servicios médicos de calidad.
Don Otto, lo mejor que puede hacer el gobierno es cancelar, la bola de nieve se está haciendo cada vez más grande con la CCSS, aunque la tentación de aprovechar la deuda barata puede ser grande, los gobiernos deben tener en cuenta que la salud de la población y la sostenibilidad de su sistema sanitario dependen de decisiones fiscales responsables. La clave está en construir un sistema sólido y eficiente que no dependa de soluciones temporales y que priorice el bienestar de la sociedad a largo plazo.