En junio la comunidad LGBTI+ celebramos el mes de la diversidad, y pues bueno, se dan discusiones de todo tipo referente a los derechos que merecemos pero que no tenemos. Iniciamos como una campaña electoral reñida entre el conservadurismo neo-pentecostal y el ala progresista.
Estos últimos días me ha tocado debatir con muchísimas personas sobre estos temas y al final siempre les hago la misma pregunta ¿A usted en qué le afecta que se me garanticen mis derechos? A lo que siempre responden que en nada les afecta pero que no pueden estar de acuerdo por un asunto de moral y valores.
Y empecemos por ahí ¿Qué es la moral? Podríamos decir que es un conjunto de “costumbres” que dicen si el comportamiento de una persona es aceptable o no, pero la moral está sujeta a los cambios sociales y culturales. Supongo que antes era inmoral que las mujeres trabajaran, o que las personas negras estudiaran en centros tradicionales de educación, pero la sociedad cambia, las costumbres también y por ende se moderniza ese concepto de moral.
Al final la moral la define cada persona, por otro lado, la ética es el estudio de la moral por lo que al final una depende de la otra y se aplica la misma regla; así que argumentar que los derechos de las personas LGBTI+ atentan contra la moral y la ética se cae por sí solo.
Ahora imaginemos que somos un país progresista y respetuoso del marco legal internacional y que obedecimos instantáneamente a la opinión consultiva 24 de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos. Tenemos matrimonio igualitario, derecho a la adopción, a la identidad de género, ¿Usted realmente cree que se va acabar el mundo por eso?
Si usted está en contra de que se pueda cambiar el género de una persona está bien, pero no le quite la oportunidad a las demás que si lo desean hacer por un tema de salud mental y paz interior. Si está en contra del matrimonio igualitario pues no se case con una persona de su mismo sexo, pero no intervenga en la decisión de amar de las demás personas.
Defender que las parejas homoparentales no pueden adoptar porque sus acciones amorosas confundirían o influenciarían a las y los niños no tiene fundamento científico, por ejemplo en mi caso crecí entre puros heterosexuales y eso nunca influyó en mi orientación sexual pues desde muy pequeño sabía que me gustaban los hombres.
A lo que quiero llegar es que un pilar fundamental para tener una sociedad igualitaria y en paz es saber respetar las libertades individuales de las demás personas, si las acciones de las y los demás no trasgreden ninguno de mis derechos y no me afecta de nunca forma ¿Por qué oponerme al disfrute de las y los demás? Si todas las personas tienen los mismos deberes deberían tener los mismos derechos.
Formar una familia, pertenecer a una familia, tener identidad propia, estar bien con mi salud física, mental y emocional son derechos humanos y por ende deben ser garantizados sin la necesidad de tener la aprobación de las mayorías. Usted no puede defender algo público como los derechos con argumentos como la religión, la cual se encuentra en un ámbito completamente privado.
Aprendamos a vivir nosotras y nosotros y dejar vivir a las y los demás. Creamos en lo que queramos y dejemos que las demás personas también lo hagan. No todos y todas podemos pensar de la misma manera; vivimos en un país de diversidad cultural, social y económica y toda esa diversidad debe ser respetada.
—
Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo, fotocopia de la cédula de identidad por ambos lados y número de teléfono al correo redaccion@elmundo.cr.