Su bondad es eterna
Conocí a doña Dorita desde la chispa brillante que reflejaban los ojos de su hermano Daniel. Conversábamos sobre su infancia, para entonces expresidente de la República y hombre sobresaliente en la vida política nacional. Al referirse a ella, lo hizo con gran cariño. Los relatos de infancia iban acompañados de sentimientos para doña Ana María y don Porfirio (madre y padre) y Dorita siempre apareció en sus anécdotas más felices.
Llegó el día en que tuve la oportunidad de conocer personalmente a doña Dorita. Recuerdo bien que fue un lunes por la tarde porque don Daniel vivía de miércoles a domingo en la Finca la Flor y los lunes eran para atender asuntos personales y del directorio político de Liberación Nacional. Le acompañé y nos encontramos para tomar café, en la residencia de su hermana, al este de San José.
Años más tarde, cuando integré la junta directiva del Colegio Lincoln, conocí a dos brillantes empresarias que asistían a las asambleas generales de la institución, en calidad de madres de familia: Pamela y Mary Ann Aden. A ellas, les invitamos a integrar comités de trabajo. Por supuesto que sus aportes eran brillantes. Pamela y Mary Ann hijas de doña Dorita. Pensé, qué mundo más pequeño.
Doña Dorita era una mujer bondadosa. Destaco la relación con sus hijas y su hijo Dennis. Más aún, su extraordinaria relación con los nietos y el chineo de sus bisnietos. Solo palabras hermosas pueden desprenderse para caracterizar a Dora Oduber.
Ella y yo, nos reencontramos en las redes sociales y por teléfono. Siempre que escribí sobre don Daniel, para celebración de su natalicio y otras fechas de recordación, ella se comunicaba con gratitud.
Nos comentan sus hijas qué en días pasados, en buen estado de salud, expresó que estaba preparada para su viaje a la Eternidad. Sus días y minutos finales fueron de lucidez y armonía familiar. Nunca tuvo un momento difícil. Su aura de bondad es eterna.
Doña Dora vive en la paz de Dios.
—
Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo, fotocopia de la cédula de identidad por ambos lados y número de teléfono al correo redaccion@elmundo.cr.