¡En estos últimos días del año!

Próximo a los días finales del presente año, si bien siempre (algunos, muchos) solemos hacer un recuento de los logros y dificultades alcanzados en los 365 días, lo cual nos permita reorientar lo pendiente por hacer e inclusive trazarnos metas superiores a alcanzar, donde no podemos olvidar que los niños y niñas tienen iguales intereses, aunque opinen menos o al menos de diferente forma que nosotros los mayores.

Es importante – más ahorita que algunos estamos de vacaciones, producto de la semana santa – que aprovechemos parte del “tiempo libre” que realmente la familia en muchos casos se dedica a arreglar u organizar “cosas” en casa, ponerla “linda” para esperar el nuevo año, y estrechamente ligado al hogar va implícito  que todo lo que no se pudo lograr, como es botar “calaches viejos”, al menos darle una pintadita, aunque sea al portón, colocar alguno que otro juegos de luces – aunque sean de diez años atrás -, ah!, el arbolito no podía faltar, y dentro de todo este maremágnum dejar un tiempo para conversar con los “primeros descendientes del árbol genealógico” del hogar en cuanto a sus perspectivas, metas, sueños, pero también los problemas que quedaron sin resolver total o parcialmente.

Plática o conversación que puede resultar sencilla, sin mucho protocolo y que perfectamente puede ser dirigida por papá o mamá – puestos de acuerdo previamente – a los efectos de valorar esos intereses de los más chigüines (ojo, y de los no tan chigüines). Ahora bien, surge la interrogante ¿y qué analizar con ellos? Justamente lo que redactábamos hace un rato, sobretodo metas, anhelos.

Muchos – y principalmente los más pequeños – nos observan (aunque usted no me crea, pero son excelentes investigadores, sin títulos) a nosotros los padres y madres, como ejemplos sobretodo en la parte de valores: cumplidores ante nuestra responsabilidad laboral, puntuales, pulcros al vestir, exigentes, comunicativos, flexibles, condescendientes, que a la hora de decidir sea, lo que yo llamo “colegiada”: mamá y papá puestos de acuerdos, lo que no significa que seamos perfectos, y por otra parte no es cierto que primero se pega “lo malo”, que “lo bueno”.

Que de lograrse lo anterior – que no es tarea de un fin de año, inclusive donde cuesta por muchas razones, lograr la armonía familiar, intereses diferentes a medida que crecen y se hacen adultos y adultas – en conjunto con la escuela (aunque recuerde siempre que ¡la responsabilidad es de nosotros, los padres y madres!) entiéndase con el respaldo de los y las  docentes, que en muchas ocasiones priorizan a nuestros hijos y medio que no atienden por todo los mismos problemas antes mencionado, muchos sus propios problemas (de aquí que los catalogue como héroes anónimos) y que cada año, como producto tengamos a una persona mejor “elaborada”.

Luego… entre los preparativos de un año viejo que se va, y un año nuevo que se viene, no se olvide que si bien lo que salió mal, ya es historia, en estos momentos corresponde mirar hacia delante, amén de las creencias o no, de en manos de quién esté resolver los problemas, que por cierto debe quedar claro, que los problemas de uno, los soluciona uno y con más seguridad si la familia (léalo otra vez, sí), la familia, cierra filas en torno a ella, casi seguro lograremos que se cumplan nuestras aspiraciones- ¡Feliz año 2025!

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