No hay que sacarle mucha punta al lápiz ni ser un adivinador reputado para descubrir que nuestro sistema portuario sigue mostrando sensibles debilidades. No solo en los puertos de altura, también en los de cabotaje y pesca. Pasan los años y este entramado vital para nuestras exportaciones – importaciones (y en alguna medida para el transporte de personas) sigue anclado con una visión detenida en el tiempo.
La Terminal de Contenedores de Moín (TCM) y la Terminal Granelera de Caldera (TGC), con todo y sus problemas de inicio, han encubierto nuestro crónico desinterés de cara al mar.
No obstante, estas dos magnas obras solo son apuntalamientos reducidos de las oportunidades que hemos estado dejando pasar para aprovechar mejor nuestros litorales marítimos y generar mayor crecimiento económico desde las oportunidades que ofrecen. Y no solo de actuaciones enclavadas en esas áreas, también a nivel de servicios portuarios que se pueden ofrecer en tierra para mejorar nuestro transporte de cargas hacia los puertos.
El Plan Nacional de Transportes 2011 – 2035 (8 años perdidos ya) nos plantea, en ese sentido, la creación de plataformas logísticas, a nada de lo cual nos hemos abocado. ¿Y JAPDEVA? Con sus nuevos recursos mucho pudo planificar sobre esto y mucho podría hacer ahora para promover estas áreas logísticas que, a su vez, pueden ser nuevas fuentes de desarrollo y empleo para la región caribeña.
Las alianzas público – privadas deben estar a la espera de conocer nuevas alternativas de inversión en las actuales circunstancias. Limón y Caldera, y sus alrededores, por ahora, son potenciales núcleos de desarrollo a partir de nuevas inversiones basadas en proyectos con factibilidad exitosa. El gobierno central y los gobiernos locales deben entrarle con todo a esto.
Por años estuvimos hablando de las consecuencias y oportunidades que traería la puesta en operación de la TCM. Tuvimos sobre el tapete discusiones para engendrar propuestas viables y rentables en el área que se desalojaría en el centro de la ciudad de Limón. A nivel de un plan integral, por supuesto, no con los eternos parches de obras para solventar parcialmente una realidad ignorada, lo que ha sucedido, irremediablemente.
Que yo recuerde, desde el año 2006 se discutía sobre una área turística y comercial, con un remozado muelle de cruceros en medio que atrajera el turismo y reactivara la actividad económica de esa ciudad. Espacio se tendría y, por supuesto, ejemplos de proyectos similares en otros países, también. La cuestión era si paralelamente se tendría la voluntad política para emprender la tarea. El fallido proyecto “Limón: ciudad – puerto” era el primer paso.
Unido a lo anterior, el Consejo Nacional de Concesiones (CNC) tenía en cartera una iniciativa privada para una Terminal de Transferencia de Contenedores en Moín. Un proyecto ambicioso que pretendía aprovechar las oportunidades que se visualizaban por la ampliación del Canal de Panamá. ¿Qué sucedió con esta iniciativa?
En nuestro principal sector del Pacífico urge una revitalización portuaria: el rediseño del muelle de cruceros de Puntarenas y la ampliación de la zona portuaria de Caldera, por ejemplo.
En el primer caso se debe trabajar en la reconversión del muelle a un verdadero puerto de cruceros que permita la atención digna de visitantes foráneos y con áreas de disfrute para estos y los visitantes locales; esto daría pie a un relevante impulso económico de la industria turística y de la hostelería de la ciudad de Puntarenas e, indirectamente, a la actividad económica de zonas aledañas.
Puerto Caldera, por su parte, debe mejorar su infraestructura actual y recibir una inyección de futuro ampliando sus instalaciones para recibir naves de mayor calado que las actuales, si es el caso, con una área de aguas profundas, de forma similar a lo que se hizo con la TCM o, si se nos ocurriera planificar como país desarrollado, sustituyendo el puerto actual por uno de aguas profundas, en lo que sería la nueva Terminal Portuaria de Caldera (TPC), trasladando operaciones turísticas al viejo y actual puerto de Caldera. Por una vez, valdría la pena pensar en ello.
En Golfito tenemos la tercera opción marítima del pacífico con relevancia económica. Algunas veces he sugerido que lo conviertan en el puerto oficial para la descarga de la pesca y hub (centro de conexión) para embarcaciones pesqueras, algo que ha sido una necesidad en nuestro país, al no contar con uno para ese efecto.
Finalmente, no debemos olvidar a los principales, viejos y destartalados puertos de cabotaje de Puntarenas (Bº El Carmen, Playa Naranjo y Paquera) que merecen contar con condiciones a la altura de los miles de usuarios que los utilizan cada año.
Tal vez no estemos en buen momento para grandes inversiones públicas, no así con alianzas público – privadas, pero siempre es buen momento, al menos, para plantearnos lo que nos conviene a mediano y largo plazo y empezar a trabajar el futuro sin mayor demora. El mar no se va a mover; que las ideas sí lo hagan.
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