Basándome en el inquebrantable compromiso de defender a una de las poblaciones más vulnerables de nuestra sociedad, he estado informándome y dando seguimiento al ataque terrorista, que sufrió el Estado de Israel y el pueblo judío, perpetrado por Hamas, el
7 de octubre de 2023. Ese día fueron asesinados 1200 civiles, y secuestrados más 200, entre ellos, niños, jóvenes, mujeres y ancianos. De los más de 200 secuestrados aún 79 permanecen cautivos en Gaza en manos de los terroristas de Hamas, Los que han sido liberados, denuncian torturas brutales y barbareis inauditas.
Actualmente sigo pidiendo y esperando, que las organizaciones que velan por los Derechos Humanos y Bienestar de los niños y las mujeres se pronuncien, especialmente exigiendo la liberación de dos pequeños que continúan secuestrados. Me refiero a, los hermanos Kfir y Ariel Bibas Estos niños fueron violentamente arrancados de los brazos de sus padres. Como consecuencia se les causó el peor trauma que un niño puede sufrir.
El mundo, que se jacta de ser civilizado, debe pronunciarse con firmeza contra estas atrocidades. Me sorprende la indiferencia y el silencio ante hechos tan impensables. En una sociedad que presume de humanitaria y progresista, nos encontramos con una realidad desgarradora: en pleno siglo XXI, existen niños secuestrados y torturados, separados de sus familias y utilizados como fichas en un juego de poder sin escrúpulos.
¿Qué clase de sociedad permite que esto suceda? En qué momento se perdió la capacidad de ver a los niños como lo que son: seres humanos inocentes que merecen protección y amor. Ellos no son escudos humanos, ni carne de cañón, ni tampoco herramientas para chantaje político o militar.
Un día sí y otro también, Hamás ha demostrado, su desprecio absoluto por los Derechos Humanos. En este caso no se trata de ideologías, ni de disputas territoriales. Se trata de la violación de un principio humano y moral insoslayable: ningún niño debe ser utilizado como botín de guerra, ni moneda de cambio. Ninguna causa, por justa que parezca, puede justificar el sufrimiento de los integrantes del grupo humano más vulnerable de la sociedad.
La comunidad internacional no puede ni debe seguir cerrando sus ojos ante esta realidad. Y debe de actuar con rigor ante tales hechos.
Los escasos pronunciamientos diplomáticos, generalmente caracterizados por su tibieza o los llamamientos genéricos a la paz, no han producido buenos frutos Se requiere presión real, acción inmediata y un mensaje claro y contundente: Estos y todos los niños del mundo, tienen derecho a estar en brazos de sus padres cuando lo necesiten o lo deseen, no en las perversas manos de terroristas.
Esta es una herida abierta en nuestra conciencia colectiva. Los días pasan y los hermanitos Bibas no son liberados. No debemos permitir que la sociedad se acostumbre a semejante brutalidad. Menos aún tolerarla y aceptarla como parte inevitable de la guerra.
Exigir su liberación tampoco es una cuestión política, es un imperativo moral del mundo civilizado.
Los niños no deben ser nunca trofeos de guerra. Es hora de actuar, ya es hora de exigir y pedir cuentas a los terroristas de Hamas, únicos responsables de esta tragedia humana.
No permitamos que estos niños sean aniquilados frente a un mundo indiferente, ciego y sin voz.
Kfir y Ariel Bibas deben ser devueltos sanos y salvos a sus padres.
Los organismos que luchan con fuerza y sin rendirse por la defensa de los derechos de los niños junto a toda la Comunidad Internacional deben ser escuchados y apoyados sin restricciones. Precisamente, por el momento que estamos viviendo, acciones globales en esta dirección son importantísimas e indispensables.