Los costarricenses tenemos una especie de contrato vitalicio con el Sí y con el No. Nos encanta esta posición antagónica de no dar el brazo a torcer. Pero más que eso, no gusta lavarnos las manos y responsabilizar a otros de lo que no hacemos bien o hacemos medianamente bien. Con el actual movimiento de huelga, será que no sabíamos lo que ocurre actualmente, será que los costarricenses tenemos pensado que las deudas desaparecen por arte de magia, definitivamente NO; que lo digan las personas que no cumplieron con obligaciones dinerarias y sufrieron las consecuencias de ello, algunos han perdido más que su casa, perdieron la credibilidad crediticia cuyas consecuencias de orden económico y por ende social de un sobreendeudamiento nunca serán positivas.
Pues bien, eso le pasa a Costa Rica, habrán consecuencias si no nos ajustamos a la realidad de las finanzas actuales, es cierto que hay pensiones de lujo, pero más que eso, hay un pésimo manejo de presupuestos y planificación, la construcción de obra pública es excesivamente cara en comparación a la obra privada y no tenemos mecanismo efectivos para responsabilizar a las personas involucradas más que la cárcel, y ésta no lo es todo, con cárcel no se recupera el dinero gastado en la trocha, los años y años de la platina, las cunetas que estrenamos todos los años en diferentes zonas del país, sin encontrar diferencias en la obra entre un año y otro, simplemente para gastar el presupuesto; error debemos invertir en obra pública de forma inteligente, no ver al Estado como una piñata al que solo dándole garrote sabemos su contenido. Son miles de costarricenses los que se aprovechan de los sistemas sociales, padres de familia que mienten sobre sus recursos económicos para obtener beneficios que no ocupan, estudiantes universitarios de sector público con dos o más carreras inconclusas.
Esa indiferencia, de velar por lo que nos pertenece a todos y todas, tiene el país sumido en un Sí o No enfermizo. Aquí vamos de nuevo, una acción de corte popular que en muchas ocasiones se aprovecha de la ignorancia de las personas.
Afloran las hipotecas afectivas de la burocracia costarricense, no hay un dominio escénico del panorama actual, las acciones realizadas nos la cuenta un tercero. Si realmente se tomara en cuenta a los menos favorecidos del sistema y no en un discurso populista de consecuencias políticas reactivas, esos acreedores de setenta y ocho mil colones que hemos visto varias veces recientemente, podrían recibir mejores ingresos y calidad de vida, tendríamos una infraestructura vial eficiente y porque no, hasta un tren rápido que conecte a todo Costa Rica en menos de una hora y treinta minutos con Valle Central, al final Costa Rica es pequeñita.
Pero lo que no cuesta hagámoslo fiesta, y es ahí donde el ahora presidente y el señor Vargas deben sentarse a priorizar las acciones improrrogables, ellos conocen perfectamente donde están las fugas económicas del país y la afectación que esto conlleva de la población activa laboralmente pública y privada. No podemos seguir viviendo como millonarios con dinero prestado. El Estado es responsable de la distribución equitativa de la riqueza, pero riqueza, ya no hay, debemos producirla, de ahí que no se logra nada con el Estado paralizado en la espera de un Sí o un NO reactivo y no constructivo.
Somos un país de personas inteligentes, con una democracia envidiable y de ejemplo para el mundo, pero estamos sumidos en un Sí o NO enfermizo e intolerante. Costa Rica, tiene capacidad para más pero debemos ser más honestos con la Patria.
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