El retiro de un maestro: Legados de Mario Vargas Llosa

Días atrás el escritor Mario Vargas Llosa anunció su retiro como escritor de opinión, tiempo antes había afirmado que finalizaba su carrera en la narrativa. El hecho debe comentarse, pues el autor representa uno de los últimos grandes maestros en literatura y pensamiento iberoamericanos. Sin duda un artículo periodístico representa un espacio reducido para comentar el tema. Debido a ello abordaré algunas novelas, y ulteriormente el valor de una literatura con contenido político, según postula Vargas Llosa.

Primero, resulta menester referir libros publicados. A causa de la vastedad de su producción literaria, describo mis novelas favoritas e inicio comentando La guerra del fin del mundo (1981). Este maravilloso libro narra un hecho histórico: la rebelión de los yagunzos. Bajo un discurso religioso y liderados por el Consejero, el movimiento impugna al orden social del Brasil (supuestamente) liberal (fines de siglo XIX), el grupo se conforma por los excluidos y los perdedores de dicho mundo, entre estos exbandoleros, pobres y personas con discapacidad. Leyendo la novela puede uno transportarse a esas coordenadas históricas y geográficas, pues las descripciones son excelentemente logradas, no en vano el autor estudió exhaustivamente los hechos e incluso fue a Brasil. Más aun, el cuidadoso, milimétrico y crudo detalle con que se elaboran los personajes y sus dilemas permite decir que estos cumplen a cabalidad con la propuesta existencialista de “estar arrojado en el mundo”, pues al leer uno cree estar frente a esas personas, sus vidas y actuaciones.

Otra gran producción la representa La fiesta del chivo (2000), obra que narra sobre la dictadura de Trujillo. En ella podemos observar cómo el autor reconstruye la filigrana del poder y sus distintos mecanismos (los brutales y también los sutiles). Más aun, la novela permite un análisis desde la teoría de Foucault, esta idea no me pertenece, ya que la investigadora Karem Langer Pardo la trabaja en su investigación, titulada Poder y monstruosidad en La fiesta del chivo de Mario Vargas Llosa, tesis doctoral por la Universidad de Ottawa, año 2013. En todo caso la novela brinda un excelso cuadro sobre esa ruin tragedia llamada dictadura, que ninguna sociedad jamás debe olvidar, so pena de caer en desgracias similares.

En adición comento La ciudad y los perros (1963). Esta obra enfoca el violento mundo castrense. El Colegio Militar Leoncio Prado representa el escenario donde cadetes adolescentes experimentan toda clase de vejaciones, los hechos se describen merced a una narrativa sin condescendencias para con los responsables. El valor del libro aumenta si se considera la época de publicación, una era donde los ejércitos latinoamericanos se paseaban por las geografías torturando y matando.

Por último, siempre sobre literatura, aunque no sea un texto narrativo, debe considerarse el escrito Literatura y política (2003). En este Vargas Llosa expone sobre la compleja relación entre creación literaria, realidad social y política. Defiende la existencia de dos temas inevitables en toda buena novela, los tópicos son el amor y la política, lo cual se sustenta en que toda sociedad requiere relaciones de pareja y distribución del poder. Por tanto, los universos simbólicos narrativos, que imitan idealizadamente la existencia humana, no pueden ignorar dichos temas. Así, vemos un punto de partida social.

Y puede profundizarse, pues leer literatura impacta nuestro discernimiento. Porque entrando en contacto con los mundos ficcionales de la novela y desmenuzando las lógicas y dinámicas de poder narradas, podemos luego cuestionar nuestro entorno social, preguntarnos por cómo se configura, fortaleciendo así nuestra capacidad crítica. Desde luego, esto transita un sendero muy distinto a moralizar o a creer que la literatura cambia la realidad, sobre lo último valga aclarar que no se postula un vínculo directo entre narrativa y cambio social, sino uno muy mediado por los individuos y sus cavilaciones, siendo además tal proceso subjetivo solo una posibilidad, un hecho no constatable a guisa de las ciencias (Vargas Llosa, 2003).

Estos criterios deben tenerse mucho en cuenta para una crítica al contexto literario costarricense, donde algunos única y exclusivamente se interesan por el estilo (tuve la desgracia de asistir a talleres literarios así de miserables), mientras otros tienen por meta imitar Harry Potter o El Señor de los Anillos para ganar dinero y fama (…), o hacer literatura obedeciendo a la hegemonía conservadora, lo cual entiendo como escribir una narrativa apolítica y divorciada de la realidad sociohistórica. Además sirva esto último para aclarar qué entiendo por conservadurismo en literatura y para el caso costarricense (tema tratado en mi artículo “Como al país se lo llevo el carajo: la crisis familiar. Parte 1”).

Y es que escribir crítico no tiene nada que ver con ser marxista o tener partido, como muy erróneamente creen tanto los izquierdistas rancios y panfletarios como la derecha conservadora y ultramontana que a veces domina. Involucra más bien preocuparse por la existencia humana en toda su riqueza y sus facetas, focalizar los vínculos, la administración del poder (a toda escala) evidenciando ficcionalmente las contradicciones, entre otros temas cardinales. En definitiva la vida humana es colectiva, con todos los fenómenos concomitantes, si la literatura la aborda, por tanto debe atender esos tópicos.

Porque solo así puede cumplirse con el criterio aristotélico de que la obra suscite catarsis. En efecto Aristóteles en La poética defiende que el lector (o espectador) debe sentirse proyectado en la obra y sus personajes, y merced a los dramas y a la resolución narrada, purificar sus emociones. Siendo el ser humano un ente político (idea de Aristóteles y otros muy anteriores a Marx), ¿Cómo podría una literatura sin política (y por añadidura sin referentes sociales) lograr la catarsis? Sin duda dicha perspectiva es universal y rebasa los sistemas políticos a los cuales se aluda mediante ficción, pueden ser de cualquier tipo o signo ideológico sin que ello altere el cometido de mostrar sus físicas sociales. Ni Cervantes ni Balzac eran sujetos subversivos, mas sus novelas fueron revolucionarias a nivel literario.

En síntesis, creo que el aporte literario de Vargas Llosa resulta invaluable. Sus libros nos permiten reflexionar a profundidad sobre América Latina, y más aun, sobre la existencia humana. Su propuesta de una literatura con contenido social y político está más que vigente y puede defenderse desde múltiples puntos de vista. Y a nivel estrictamente político, la actualidad le da la razón; debemos defender los valores democráticos frente a experimentos de terror como los de Ortega, Maduro, Putin, Díaz Canel y Xi Yingpin, pero también frente a Orban, Trump y la enloquecida y peligrosa alt right.

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El autor es filósofo (Universidad Nacional) y cuenta con un Máster en Estudios Ibéricos e Iberoamericanos (Katholieke Universiteit Leuven, Bélgica).

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