El proyecto socialdemócrata no ha muerto, sin embargo debe replantear su camino en miras de responder a los principios de libertad, justicia y solidaridad. La crisis que vivimos hoy día es antropológica, el principal desafío que se nos presenta es ético, ante esto la socialdemocracia debe encarar la pregunta que interroga por la humanidad y su condición relacional. Es cierto, que nos hemos encontrado con el silencio de algunos que se llaman socialdemócratas, frente a situaciones que socavan los principios del ideario; sin embargo, siempre hay un nuevo amanecer.
La socialdemocracia en su itinerario histórico, ha reconocido que la polarización de ideologías es capaz de provocar desigualdad y pobreza. El proyecto socialdemócrata es dinámico y ha de responder a las experiencias del pasado, necesidades del presente y proyecciones del futuro. La vida política costarricense, se ha convertido en una pasarela de personajes abanderando, en la mayoría de los casos, su propio rostro como bandera, lo anterior ha posibilitado que las discusiones en el ámbito político resulten ser superficiales y respondan en la mayoría de los casos a crisis cuyo trasfondo es obviado. En este contexto, hay quienes se han atrevido a anunciar el fin de la socialdemocracia, sin embargo, estas voces son fantasmas teñidos de ideologías que pretenden socavar por un lado la propiedad privada y por otro lado las instituciones que fueron consagradas al bienestar de nuestra nación. La propuesta socialdemócrata debe hacer sentir su voz y disipar estas voces con intereses dispares, que atentan contra un Estado de bienestar universal.
En Costa Rica se ha instalado la política de lo absurdo, la divinización de candidatos a puestos políticos y el movimiento acéfalo de masas por medio de redes sociales. Ante esto, todo movimiento que se proclame socialdemócrata, debe redoblar esfuerzos por asirse a su imaginario, fomentando la creación de grupos de estudio de la realidad nacional y el seguimiento del pulso institucional, así como la elaboración de un plan a largo plazo que permita responder a los múltiples desafíos, desde los diversos poderes de la república en que pueda aportar; una tarea no menos importante es la de posibilitar el surgimiento de nuevas figuras políticas que permitirán un remozamiento de líderes. El proyecto socialdemócrata debe cuidar sus pasos del fango de lo absurdo, de la vanidad y de la ignorancia.
Costa Rica requiere menos personajes y más líderes, menos discusión y más consenso, menos ignorancia y más estudio, menos plutocracia y más democracia. Ha llegado la hora de reavivar una política más intelectual, de lo contrario estaremos condenados a vivir una caricaturización de lo político. Los logros que la socialdemocracia instalo en los últimos decenios en Costa Rica, deben ser cuidados y fortalecidos, los mecanismos que dieron paso a la economía mixta, por medio de la apertura de mercados no deben ser limitación para robustecer la estructura institucional del país y la capacidad de competencia que beneficie al país por medio de un control democrático. La fragilidad de algunas de las estructuras institucionales no puede ser obviada, pero tampoco deben ser motivo para derrumbar los logros que se construyeron en el marco de una visión de bienestar como país. El proyecto socialdemócrata, hoy más que nunca debe empuñar la rosa y apuntar hacia un horizonte que se encuentra aquí y ahora.
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