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El problema de este país está en el mundo de las ideas

» Por Homer Dávila - Presidente Partido Cambiemos

Como cualquier sociedad occidental que busca asegurar un estado de bienestar para su población, Costa Rica no es la excepción en este caso, y es evidente que “todos deseamos que al “país” le vaya bien, porque a todos nos irá bien”; esta frase resume el sentido común.

Pero ¿quién es el país? El país no es ni más ni menos que el colectivo de las personas, pero, ¿cómo puede irle bien al colectivo de las personas si a los individuos les está yendo mal? Este es el dilema que enfrentamos como sociedad. Asegurar el bienestar del individuo como objetivo fundamental.

Tengamos en cuenta que el individuo nace por sí mismo con dignidad y derechos que le son inherentes a su condición humana. Las libertades y derechos no los recibimos del Estado o de las instituciones, no son ellos los que tienen que darnos nada, porque el ser humano nace libre.

Bien, el Estado y las instituciones son las que reciben el mandato de parte del individuo cuando delega en ellos el poder de la violencia, el arbitrio y demás funciones. Lo sabemos bien quienes defendemos las ideas de la libertad. Pero en las condiciones actuales de las sociedades “modernas” ¿quién es el Estado?

Popularmente se escucha por todos los medios y en muchas bocas la palabra “Estado” como una especie de colectividad que asegura el bienestar y que protege a las personas. Sin embargo, el Estado no es mas que un ser ficticio encarnado por la clase política, la cual emplea la fuerza y la violencia para someter a los individuos, crea leyes y destruye libertades. Y eso es así porque el principal creador de pobreza y miseria en el mundo no son los individuos, sino el Estado, es decir, la clase política que a través del robo, la estafa y las políticas de izquierda terminan corrompiendo la sociedad y la economía.

Nunca antes un país se hizo rico aumentando los impuestos, o creando más leyes, o bien aumentando el número de políticos o burócratas. Todo lo contrario, cuanto menos Estado, más libertad y más riqueza.

Pero ¿cuál político o ciudadano se cuestiona estos temas? Raramente la gente cuestiona si las leyes son justas o injustas. Simplemente toman la posición de que porque existe una ley ya eso la hace justa y obligatoria, aún si esta destruye el bienestar de los individuos. Es así como caemos en el dilema, ¿son las leyes justas o injustas?

Filosóficamente hablando, las leyes deberían emanar de la justicia y no al revés que es la situación actual en la que vivimos. El Estado, es decir la clase política es la que dicta las leyes a través de sus instituciones y órganos, pero posee el grave problema que a quienes encomienda la creación de leyes (diputados), ni siquiera tienen conciencia de lo que es la justicia. La clase política es en sí parte del gran problema de este país, pues carente de conocimiento y de preparación, crea leyes injustas que al final terminan socavando el bienestar de quienes los han elegido. ¿Por qué ocurre esto? En este país básicamente porque hemos visto el ascenso de personas ignorantes, no preparadas, de bajos principios y a la vez repletos de un ego atroz que los hace creer que son la solución, cuando en realidad son el problema. O es que caso no hemos visto ya a fanáticos del futbol, narcotraficantes, pastores religiosos, peluqueros y ex guerrilleros comunistas ocupando cargos públicos.

Cuántos de los actuales ministros, diputados, jerarcas y hasta el Presidente harán uso de la neocorteza cerebral y leerán un libro, aunque sea de Paulo Coelho. Estoy convencido de que no leen, ya que el nivel intelectual es muy bajo y por eso es que expresan cuanta tontería en redes sociales como Twitter. En este sentido, no basta con ser honesto, sino además hay que tener un intelecto, es decir: preparación.

Por cada ley que nace, mueren una o más libertades. Ese es el ADN de la política actual de corte socialista e interventora. El Estado emplea la mentira y las tácticas del engaño para perpetuarse en el poder, esto es lo que explica que existan Arias, Villaltas, Arayas y compañía que se han convertido casi en quistes imposibles de separar del poder. ¿Y qué cosas buenas le han legado al individuo? Nada, solo impuestos, trámites, cargas y pobreza.

Costa Rica ha visto el crecimiento de la pobreza por décadas y esta es quizás la mayor vergüenza y afrenta que nos ha regalado la clase política. Corremos el riesgo de caer en manos de un popular dictador que nos termine llevando a la debacle del socialismo. Espero que no nos saquemos la rifa.

Las universidades deben ser saneadas con ideas de la libertad

No ha mucho tiempo atrás cuando era estudiante de la principal universidad del país, algunos profesores alentaban a sus estudiantes a unirse a las huelgas, o bien a ver el supuesto estado de desigualdad e injusticia. Inclusive ya profesionales en el mundo laboral se enorgullecían por haber estudiado a Marx o bien porque sus antiguos profesores eran marxistas chilenos o cubanos. Hablaban de una injusticia social, de un resentimiento hacia la gente que le ha ido bien en la vida sin necesidad de robar o engañar. Y estas personas son los que tarde o temprano serán diputados, ministros, empleados públicos y hasta Presidentes de la República.

A fin de cuentas los políticos actúan con base a las ideas, pues son estas las que supuestamente marcan el camino correcto hacia el bienestar que dicen querer para la población. ¿Y de dónde provienen estas ideas? Yo apunto a que el origen de las ideas son los académicos de las universidades, pues son estos que inoculan sus ideologías en cientos o miles de estudiantes que pronto ocuparán cargos en la función pública y terminarán llevando la política hacia un rumbo equivocado.

El mundo cultural y la academia está dominado por la izquierda política que a lo largo de siglos ha esparcido las ideas que lejos de crear riqueza, mas bien aumentan la pobreza. Las ideas que se propagan en las universidades –principalmente públicas- son las del marxismo, del ecologismo, las del feminismo tóxico, el resentimiento y la envidia. Y en esta cadena que inicia en la universidad, termina tomando asiento en la Presidencia, y desde allí el derrame de la pobreza hacia abajo.

Ningún país puede vencer la pobreza cuando su clase política está viciada de ignorancia, demagogia y ego. Tampoco es posible salir adelante si la academia insiste en fomentar las ideas empobrecedoras en sus estudiantes, que a fin de cuentas terminarán dirigiendo a este país.

Algunos me han preguntado con qué reemplazamos todo esto, y siempre les respondo: Cuando un cirujano extirpa un cáncer purulento ¿Con qué lo reemplaza?

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