El político y el cajero: una comparación falaz y egoísta

» Por Nathanael Mejía Zamora - Politólogo

“Felicitar a un político por hacer obras con dinero público, es como celebrar a un cajero automático por darte tu plata.”

En tiempos de decepción, incredulidad, molestia y crítica hacia todo lo político, esta frase ha venido a intentar resumir el sentimiento de muchos que ven cómo cada día quienes ejercen el poder se benefician del mismo sin mayor preocupación por el bienestar del mayor número. Si bien es cierto este lamentable fenómeno es cada vez más común, la comparación Político-Cajero, además de ser falaz, representa una oda al egoísmo imperante en una sociedad cada vez más interesada en su beneficio y cada vez menos preocupada por el prójimo (¡Como el político al que se critica! ¿Irónico, no?). Aquí las razones:

Las falacias

En primer lugar, la comparación presenta una falacia de tipo “falsa analogía” por cuanto se realiza una comparación errónea entre un político y un cajero a partir de sus aparentes funciones. No obstante, las premisas que la construyen cuentan con errores de concepción:

 “Felicitar a un político por hacer obras con dinero público”: la política es, a grandes rasgos, el ejercicio del poder. Es por ello que la función del político, más que “hacer obras”, consiste en gestionar adecuadamente el poder para alcanzar el beneficio de la ciudadanía que lo eligió al mismo tiempo que obtiene su realización personal. El error de la frase, por lo tanto, se evidencia al hacer creer que el político “hace obras” cuando en realidad solo gestiona y ordena los diversos elementos políticos para que las obras sean ejecutadas. Aunado a ello, es evidente que ninguna persona involucrada en lo político cuenta con recursos económicos personales suficientes para financiar, por sí solos, cualquier necesidad de los habitantes, razón por la cual necesita del dinero público (al cual él mismo también aporta a través de sus impuestos) para poder ejecutar cada decisión política adoptada.

“Es como celebrar a un cajero automático por darte tu plata”: los cajeros automáticos fueron diseñados con una sola intención: facilitar los procesos de retiro de dinero en efectivo por parte de los usuarios del sistema bancario. Es una máquina, razón por la cual “celebrar” que haga la tarea para la cual fue diseñada es un sinsentido. Sin embargo, quienes deciden dedicarse al ejercicio de lo político (“los políticos”) lo hacen voluntariamente (a nadie se le obliga); no fueron “diseñados” cual máquina para dispensar dinero, ni es esto su único recurso para ejercer su función política. Entonces, la comparación entre el político y el cajero automático resulta absurda. Esto nos lleva a la segunda falacia.

La “falacia de falsa equivalencia” describe una situación de equivalencia lógica y aparente, cuando en realidad la misma es inexistente. En efecto, tal y como se describía anteriormente, un político y un cajero no son lo mismo: no tienen las mismas funciones, comportamiento o insumos; pero principalmente, el político, como ser humano, tiene la capacidad de razonar y decidir mientras que una máquina no puede hacerlo. Ello, por lo tanto, lo diferencia totalmente de un cajero automático y rompe con la equivalencia planteada.

Una última falacia es la reconocida “falacia ad hominem”, ya que en este caso se presenta un ataque directo al individuo por su condición de “político” mediante el cual se le muestra como un ser desprestigiado que tiene el “deber” de realizar una labor y por lo tanto no puede ser objeto de reconocimiento alguno. En este caso se busca colocar al político como el ejecutor de una tarea por la cual recibe un pago a partir de recursos públicos y, por tal motivo, el agradecimiento se ve representado mediante una gratificación económica.

El egoísmo

La frase en cuestión contiene una alta dosis de egoísmo por parte de quien la creó y de quienes la han compartido en señal de concordancia con la misma. Esto por cuanto se resta importancia al agradecimiento como forma de expresar aprobación hacia lo actuado por un individuo, en este caso un “político”, y degrada tal actitud a la similitud de agradecer a una máquina por su trabajo. No obstante, el acto de agradecimiento como tal es inherente al ser humano. Todos los días las personas agradecen por lo que reciben, sea esto un acto divino o de una persona concreta. Se le agradece al trabajador por su servicio, al amigo por su saludo, al familiar por su preocupación, al cónyuge por su afecto y a la Divinidad por los favores concedidos. ¿Qué impide, entonces, agradecer por una buena gestión de los recursos públicos?

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A pesar de que en muchos casos quienes ejercen lo político equivocan su razón de ser y buscan el provecho propio antes que el común, esto no debe ser un motivo para calificar de forma general a todos los que se dedican a Hacer Política. Este es un fenómeno cada vez más creciente dentro de la sociedad y que debe ser erradicado; no todos los extranjeros son delincuentes, no todos los taxistas son deshonestos, no todos los políticos roban…

Creo necesario fomentar y practicar el pensamiento crítico antes de brindar una opinión. Nuestro país atraviesa una crisis de desinformación que merece ser tratada con sentido de urgencia, objetividad y seriedad. Debemos pensar y razonar de previo a opinar sobre temas que a lo mejor se desconocen, de lo contrario nos exponemos a contribuir con el desinterés y la apatía ciudadana por construir una sociedad y un país mejor para todos.

“El mundo cambia con tu ejemplo, no con tu opinión”.

Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo, foto en PDF de la cédula de identidad por ambos lados y número de teléfono al correo redaccion@elmundo.cr, o elmundocr@gmail.com.

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