Por Luigi Rebecchi Pannelli
Un tiempo en Italia el que resultaba indiciado de un delito lo ponían en la cárcel y era culpable hasta que no se demostrara su inocencia; mientras que en Costa Rica, está vigente: “es inocente hasta demostrarse que es culpable” las dos medidas, a nuestro ver, son malas; a causa de algo muy pedestre, en el primer caso se puede dar que el individuo haya pasado unos días en la cárcel y a la postre haya resultado inocente, y, en el segundo caso, exactamente lo contrario, el indiciado, aun siendo un delincuente, puede resultar libre de polvo y paja. Los abogados defensores, quienes se hacen cargo de los procesos de algunos delincuentes connotados y con amplios antecedentes, a veces son cuestionados por defenderlos, alegan; con derecho, y en sus defensas que la Constitución otorga por igual a todos los ciudadanos el derecho a la defensa. Hay abogados defensores quienes en sus arengas, a veces buenas y otras que buscan las cinco patas al gato, como en el caso de uno con un largo récord delictivo, que junto a sus compinches fue apresado y luego liberado por solamente infringir la ley de portación de armas, su abogado, ni lerdo ni perezoso, aplicó “Dura lex sed lex”, desde luego, nada que objetar en este caso, sin embargo lo que llama la atención es el grito al cielo que pusieron algunos, criticando a la policía que efectuó el arresto en un lugar público y bastante concurrido, preguntamos: “¿debería la policía haber hecho la detención, al frente de la misma cárcel o; tal vez en desierto del Sáhara?.
En un tema concomitante, nadie entiende la razón por la cual el Ministerio de Justicia y Paz, insiste en buscar las cinco patas al gato; en lugar de conseguir el financiamiento para construir más cárceles, la única solución para disminuir el hacinamiento; las demás propuestas son simple y llanamente, cosméticas; también nos llama la atención la falta de control en el interior de la Reforma, donde un conocido y sentenciado narcotraficante usa el penal como su despacho personal, dando desde ahí órdenes a sus compinches dentro y fuera del lugar, pese a que algo se ha hecho al respecto para terminar con el atropello, falta darle una “oficina” con satélite y una computadora para que el maleante siga con su actividad delictiva.