La violencia contra las mujeres en éste país, se ha transformado en un problema de emergencia nacional, el cual no logra motivar un cambio real que empodere a todos los gremios de féminas como colectivo social, más allá del discurso y promesas de cambio. Porque en la vida diaria, ni siquiera las instituciones encargadas de velar por los derechos y deberes de todas nosotras, han logrado dar un salto cualitativo al respecto, debido a la naturalización e incremento de todo tipo de conductas y abusos, contrarios al respeto mutuo.
Estos atropellos se muestran instaurados desde lo más profundo de nuestra idiosincrasia, como patrones de origen cultural, reflejo de un sistema permisivo y tolerante frente a la violencia de género, ausente de toda lógica y moral desde el seno familiar.
Así mismo, la falta de compromiso tangible por parte de los encargados de administrar e impartir justicia desde la pirámide estamental, reproducen un esquema de inequidad y disparidad hacia el género femenino, al arrojar cero logros en relación a la lucha contra la violencia y sus diversos frentes, abiertos hoy hacia nuevas formas de abusar y violentar a toda mujer.
Por otra parte, existen posturas las cuales apuntan a que se debe marcar la pauta desde la enseñanza primaria y secundaria, para que las niñas y niños logren educarse en derechos y valores que fortalezcan el respeto y adecuada convivencia entre ambos, evidenciando las conductas que son nocivas y contrarias a una igualdad real de derechos y deberes, más allá de las particularidades que nos caracterizan por cuestiones de género.
Es primordial que Costa Rica como república democrática, libre e independiente, logre encausar sus políticas públicas hacia principios y valores que permitan permear a las nuevas generaciones, frente al reto de construir una identidad ética y moral sólida, donde se respete lo multiétnico y pluricultural y por ende la otredad, replanteándose quiénes somos y de dónde venimos, frente a los derechos de las féminas como participes y hacedoras también de ésta democracia representativa.
Los mecanismos actuales que posibilitarían el diálogo abierto y respetuoso sobre el tema, no alcanzan su cometido, debido a que se encuentran viciados desde la cúpula hasta la base en muchos de los centros de enseñanza primaria y secundaria, junto a los de “educación superior”, sufriendo en su mayoría una crisis interna de mayúsculas proporciones, aunque no se quiera reconocer.
Porque al permitir que el discurso en torno a la violencia de género sea doble, solo se está apoyando supuestamente a las féminas de cara a la opinión pública; ya que a lo interno es otra historia de abuso y represión en un círculo vicioso que no tiene fin.
Además aunado a todo esto, tenemos una seria crisis de valores que se refleja desde el plagio de las pruebas de bachillerato en todo el territorio nacional, hasta una huelga sin fin, donde quedó al descubierto la falta de ética y moral dentro de la función pública de algunos “profesores”. Por otra parte tenemos la defensa de los dineros destinados a las universidades públicas para la educación, convertidos hoy en pluses y salarios excesivos que tienen marchando a quienes están lucrando con los fondos del Estado.
Más allá de la “autonomía universitaria” en lo económico, defendida con uñas y dientes por las autoridades de las diversas universidades, es evidente la ausencia de toda “responsabilidad social empresarial”, dentro de éstas supuestas casas de enseñanza superior, donde la anomia moral campea trastocando todo a su paso, transformando en sociedades mercantiles sin límite de suma a éstas instituciones estatales, las cuales han naturalizado la violencia hacia las mujeres, enarbolando una campaña de falsedades en cuanto a lo “seguro que es estudiar y laborar” ahí dentro.
Por ello, el actual Gobierno de Unidad Nacional desde Casa Presidencial, no puede prestar oídos sordos a las denuncias públicas y recurrentes, porque a las universidades estatales no las ha cuestionado y menos a la UCR, por más que el pueblo y la Asamblea Legislativa, exijan control ciudadano hasta el cansancio, para visibilizar y denunciar la corrupción y falta de equidad social que es lo que nos está matando…
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