El circo no se detiene. Desde que Rodrigo Chaves llegó al poder, hemos sido testigos de un espectáculo político en el que las promesas de cambio se diluyen en discursos vacíos y acciones nulas. Cada vez que escuchamos al presidente o a sus ministros, parece que estamos viendo una función de teatro bien ensayada, donde los mismos actores repiten el guion una y otra vez. Y mientras tanto, Costa Rica sigue sumida en una crisis económica, con la clase media desmoronándose y la pobreza acechando a cada vez más familias.
Lo último en este circo fue la renuncia de cinco ministros, que el presidente Chaves presentó como si fuera un momento trascendental, como si fueran mártires que sacrificaron todo por el bien del país. “Han dado alma, vida y corazón”, dijo. ¿De verdad? Porque el único sacrificio visible de estos ministros fue no haber sido capaces de hacer nada efectivo. Este gobierno, lejos de estar preocupado por tomar decisiones concretas, ha estado más enfocado en mantenerse en campaña, en seguir vendiendo una narrativa de esperanza mientras el país sigue cada vez más estancado.
Las palabras de Chaves, intentando maquillarlo todo con elogios a los exfuncionarios, no hacen más que reafirmar lo que ya sabemos: la política en Costa Rica se ha convertido en un circo en el que los protagonistas no buscan solucionar, sino que se esfuerzan por dar espectáculo. Este gobierno ha convertido la administración pública en un teatro de ilusiones donde todo parece estar bien, pero los costos de la vida siguen subiendo, las oportunidades se siguen reduciendo y la pobreza se sigue extendiendo. El discurso vacío de “Costa Rica merece lo mejor” resuena cada vez más hueco, porque a la hora de la verdad, no hay resultados.
¿Y el pueblo? El pueblo sigue esperando el “gran cambio”. Muchos siguen con la esperanza de que algún día las promesas se materialicen en hechos. Pero el tiempo pasa, y cada día es más claro que lo que se nos prometió no es más que humo, y el show sigue su curso. La clase media se está desintegrando, el desempleo sigue siendo un problema grave, y los servicios públicos siguen siendo deficientes. Pero eso sí, seguimos viendo al presidente y a sus ministros en cada rueda de prensa, lanzando promesas y críticas a los opositores, mientras los problemas del país siguen sin respuesta.
Es triste, pero es la cruda realidad: seguimos atrapados en el mismo círculo vicioso. Un gobierno que no ha sido capaz de dar un golpe de timón real en la dirección correcta, mientras se mantiene en campaña perpetua, buscando ganar más tiempo y más adeptos. Las renuncias de ministros son solo una cortina de humo más para distraer la atención de los problemas profundos que siguen sin resolverse. Al final, estos ministros no fueron héroes sacrificados, fueron parte de un sistema que no funcionó, pero que sigue vendiendo la ilusión de que todo está bajo control.
Es hora de que, como ciudadanos, dejemos de ser parte de este show. No podemos seguir esperando a que el gobierno, como un mago de circo, saque de su sombrero la solución que nunca llegará. Costa Rica necesita acción, no más promesas vacías. Ya basta de discursos que apelan a la emoción, pero no resuelven nada. Ya basta de esperar un cambio que solo se queda en palabras.
Las lágrimas de cocodrilo no nos van a alimentar, ni a darnos el futuro que merecemos. Es hora de exigir un gobierno que no solo hable, sino que actúe. Un gobierno que se deje de circo y se ponga a trabajar para los costarricenses. Porque ya hemos tenido suficiente de este show, y el país no puede esperar más.