En la última década, Costa Rica amplió el acceso a la educación a un ritmo mayor que otros países de América Latina. Sin embargo, los resultados aún tardan en evidenciarse. A pesar de que el país es reconocido por su liderazgo en materia de educación en la región, todavía no ha podido generar cambios cualitativos consistentes en el aprendizaje. Este estancamiento en los resultados educativos, acompañado por un incremento de la desigualdad y un lento crecimiento, podría tener consecuencias directas en el desarrollo del país.
Costa Rica es el primer país latinoamericano en lograr una matrícula completa en la escuela primaria. Los avances en materia educativa, le sirvieron al país como una herramienta útil para promover el crecimiento económico. La solidez del sistema educativo también ha contribuido al fortalecimiento de un mercado laboral que es de los más calificados, y a los más altos niveles de bienestar en Latinoamérica. Esos son algunos de los datos presentados en el informe ‘Educación en Costa Rica, aspectos destacados’, presentado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
La educación es un tema que concierne a toda la región. Hace varios años que el gobierno mexicano viene luchando para lograr instaurar una reforma, que generó tantas críticas como adhesiones. Mientras tanto, en Argentina, estudiantes toman sus propios colegios para manifestarse en contra de una posible reforma educativa. Aparentemente los problemas son los mismos. Si bien Costa Rica, se encuentra en una mejor posición que los otros dos países mencionados, existe una necesidad de rever el sistema educativo actual.
El rendimiento de los jóvenes costarricenses de 15 años, estuvo dos años por debajo de sus pares de los países de la OCDE en las pruebas PISA 2015. Es decir que el rendimiento de los adolescentes de bajo. Esto tiene un impacto negativo en las capacidades que desarrollan los alumnos, quienes no cuentan con la preparación adecuada para luego insertarse en el mercado laboral. Uno de los principales problemas, es que los jóvenes que logran terminar la escuela, lo hacen con una base débil.
Ante este panorama, Costa Rica se ve casi obligada a transformar el sistema educativo actual. Si bien este sistema marcó un antes y un después, posicionando al país como un referente en la región, queda demostrado que no es el adecuado para los tiempos que corren. Es por eso que se requiere un sistema avanzado que sea capaz de identificar las nuevas demandas.
Pero para poder generar dicho cambio, se necesita una nueva perspectiva. La mirada debe estar puesta en las nuevas herramientas disponibles, para así poder rever la forma en que se diseñan, financia y se desarrollan las políticas educativas. Uno de los aspectos más importantes para ello, es la financiación. Primero es necesario identificar las falencias del sistema actual, comprender en qué está fallando y ver cuáles son las áreas más perjudicadas. Esto resulta fundamental a la hora de establecer el presupuesto, ya que permite diversificar los fondos de acuerdo a las necesidades.
Las necesidades son claras. Entre ellas, se debe dar mayor prioridad a la educación de la primera infancia. El preescolar es el primer contacto con la educación. Es donde se forjan las bases para el futuro y donde se establece una nivelación entre todos los niños. Es por eso que esta instancia es vital para el desarrollo de las capacidades de los estudiantes, en especial para aquellos que cuentan con menos recursos. La desigualdad comienza en esta primera etapa y se va incrementando a medida que los alumnos avanzan en el sistema educativo. Sólo uno de cada 10 estudiantes de hogares pobres en el país llega a la universidad. Esto significa una gran desventaja para aquellos que más necesitan progresar. La desigualdad en los primeros años escolares y la mala calidad de los ambientes de enseñanza y aprendizaje, se consolidan como obstáculos para aquellos que necesitan salir de la pobreza.
La educación básica también necesita un cambio. Esto queda en evidencia al establecerse que al término de la educación básica, el 33% de los estudiantes carecen de competencias centrales, mientras que el 30% ya ha desertado. En esta etapa es vital contar con docentes capacitados, que puedan orientar a los alumnos. Se deben establecer estándares más altos para aquellos que ejercen la docencia y éstos a su vez, deben mejorar su práctica.
Tampoco se debe desatender la última etapa de escolarización, ya que ésta representa el paso previo, tanto a la inserción de los alumnos en el mercado laboral como al mundo universitario. El foco debe estar puesto en aquellas instituciones que cuenten con los más altos niveles de deserción. Se deben aplicar reformas que permitan asegurar la continuidad del estudiante, a fin de evitar que éste abandone.
Tal como lo afirmó el Director de la Dirección de Educación y Habilidades de la OCDE, Andreas Schleicher, “para que la educación siga siendo un motor de desarrollo económico y social en el país, Costa Rica tiene que brindar oportunidades de calidad a todos los estudiantes”. Esto significa, generar cambios. Para eso se deben implementar proyectos estratégicos. Con aproximadamente un 8% del PIB, Costa Rica destina el mayor porcentaje de la riqueza nacional a la educación que cualquier otro país latinoamericano de la OCDE. Los recursos están, sólo hace falta hacer un uso más estratégico de los mismos. Lo que permitirá acelerar el progreso económico y social del país.
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