Economía es efectiva si no hay corrupción

» Por Luis Fernando Allen Forbes - Director Ejecutivo Asociación Salvemos el Río Pacuare

Mientras muchos costarricenses viven en la miseria y otros en la pobreza, el país sigue sumida en una crisis económica, social, sanitaria, ética y moral. Pese a dicha situación el candidato del PLN don José María Figueres sigue ofreciendo promesas engañosas y repartiendo bonos de vivienda inservibles.

Por otro lado el PAC se debate convenientemente en defensas filosóficas, zancadillas, acechanzas, y buenos propósitos que quedaron solo en el bla bla bla. La desilusión de los habitantes es vasta y la frustración extensa; el fracaso ha sido rotundo, de un grupo de inexpertos que tomaron el poder y que pretenden continuar su lactancia política.

Costa Rica está profundamente impactada y escandalizada de que los recursos públicos que tienen su origen en cada uno de los ciudadanos y ciudadanas que cumpliendo sus obligaciones fiscales, contribuyen a hacer posible políticas públicas solidarias, estén repartiéndose entre crápulas.

Sin embargo el hecho de que el PAC haya gobernado con muchas incongruencias, falta de seriedad, negociaciones desmentidas, ausencia de estrategia, destreza y táctica, no debemos permitir que el bipartidismo vuelva a gobernar porque lo vivido es siembra del bipartidismo y complicidad de un pueblo que no quiere abrir los ojos.

Son numerosos los casos de corrupción que han aflorado en Costa Rica en los últimos años y meses, causando una abrumadora percepción de inmoralidad en todo el país. En ellos están involucrados políticos de diversos partidos, pero también empresarios y profesionales.

El fenómeno de la corrupción (ya sea en forma de tráfico de influencias, o en forma de obtención de favores ilícitos a cambio de dinero u otros favores) constituye una vulneración de los derechos humanos que generalmente entraña una violación del derecho a la igualdad ante la ley, y en ocasiones, llega a suponer una vulneración de los principios democráticos.

Es evidente que la corrupción hace mucho daño: crea desconfianza, incentiva nuevas conductas abusivas, detrae dinero de finalidades sociales, desanima el esfuerzo y rompe el principio de legalidad.

Los ciudadanos estamos cansados de que las instituciones que deben perseguir y condenar a los delincuentes están podridas por la corrupción rampante, de modo que sería vano pretender que se dispongan con seriedad a sanear los diferentes poderes e instituciones del estado.

La sociedad debe ocupar una posición central en la estrategia para combatir la corrupción porque estamos ante un problema sistémico, que se construye sobre la base de situaciones y acciones cotidianas.

La corrupción no es un problema exclusivo del gobierno y el Estado, es una bomba de tiempo que se incuba en diversos espacios públicos y privados, pero que cobra mayor relevancia social cuando afecta lo público.

Hay que tomar conciencia de la importancia de crear una cultura de tolerancia cero contra la corrupción, de su complejidad, y de sus raíces sociales. La lucha contra la corrupción dada su entidad y generalización, merece un gran pacto, un compromiso de cero tolerancia.

Por último, se sigue engañando al pueblo llevándolo a elecciones, con altas tasas de abstencionismo. Si queremos rescatar el país de la corrupción y preservar la democracia es mediante un referendo que permita una reforma total de los 4 poderes de la República.

Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo, foto en PDF de la cédula de identidad por ambos lados y número de teléfono al correo redaccion@elmundo.cr, o elmundocr@gmail.com.

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