Hace ya 4 años que el país escogió a sus autoridades políticas, en medio de una elección mediática y muy controversial, sobre todo por los temas de carácter sensible que se discutían en el marco de la elección. Se denotaba un antagonismo ideológico muy marcado entre las figuras presidenciales de aquel entonces, entre el Partido Acción Ciudadana y el Partido Restauración Nacional.
Hoy, el deber cívico nos llama a votar por alguno de los dos candidatos que se disputan la silla presidencial, en un contexto de crispación en la opinión pública, de poca o nula simpatía política y de elección inteligente.
Luego de la primera ronda, donde el ganador fue José María Figueres del Partido Liberación Nacional (alcanzando poco más del 27% de los votos) se ha vislumbrado un giro en las tendencias electorales e intenciones de voto, mismas que se han reflejado a través de la publicación de diferentes encuestas.
Lo cierto es que la volatilidad e imparcialidad de las mismas, empañan la intención final del electorado. Aunado a lo anterior, se suma al cúmulo de expectativas, el conocimiento de noticias que han configurado la recta final del proceso democrático.
Noticias como el viaje “secreto” del candidato verdiblanco a República Dominicana, o bien, las últimas noticias que le atañen al candidato del partido Progreso Social Democrático, sobre su posible vinculación y acto incurrido de acoso sexual en Indonesia.
No obstante, el mayor tema de controversia y el que ha estado tanto en el ojo del huracán como también en medio de este marco de emociones de cara a la elección, es sin duda, el video del suicidio en contra de Rodrigo Chaves, de quedar éste electo.
La difusión de este video ha provocado un caos social, indignación política pero sobre todo, un rechazo moral en términos generales que trae repercusiones políticas a esta campaña nacional. El suicidio es una enfermedad que afecta a cientos de costarricenses cada año, instrumentalizar y tomar como objeto de campaña un tema tan sensible como el suicidio, no es para menos y debe ser punible. Le corresponderá al TSE, en su condición de rector de los actos relacionados al sufragio y campañas, la investigación de la autoría del video.
Hoy más que nunca, al ciudadano costarricense se le hace difícil escoger, dado las opciones. Pues más allá del antagonismo campante que caracterizó las elecciones anteriores, donde habían dos caminos a escoger y que lo más probable era que el resultado variase entre la izquierda o la derecha política, hoy el ciudadano no tiene este panorama. La única señal que tiene el ciudadano en el marco de esta elección, es supeditarse a cómo se desenvuelven los candidatos en los debates y cómo cautivan al elector (esto desde luego puede acarrear discursos demagógicos). Otra señal que tiene el ciudadano es escoger basado en los pro y contra de los candidatos. Sin embargo, desde el análisis electoral, la influencia de elementos como el “bandwagon, underdog y el momentum” son determinantes para tener una previa al resultado de la elección.
Los debates a consideración personal, han sido caldo de cultivo para los fieles opositores y los conocidos “haters”. En lugar de ser espacios asertivos para que los candidatos compartan sus propuestas con el electorado, la presión política de la recta final y la mecánica de los debates, ha llevado a los candidatos a sacarse mutuamente los “trapos sucios”.
El abstencionismo sigue representando hasta el día de hoy, un factor detrimental en el proceso democrático, no solo porque permite que un porcentaje reducido de electores sean los que definan el resultado, sino porque además, debe analizarse desde la perspectiva del ciudadano, en el tanto, el abstencionismo denota la voluntad del mismo.
La falta de sentirse representado, de tener puntos compatibles en ideas o posiciones, el desentendimiento de los asuntos vinculantes de interés general y el desconocimiento de lo que implica el proceso democrático y de las agendas programáticas de los candidatos, son algunos de los puntos medulares para comprender el abstencionismo en Costa Rica.
Finalmente, nos corresponderá tomar una decisión en medio de una elección mediática, teniendo presente que el destino del país recaerá en manos de quien se elija como nuestro futuro presidente. Esperando que el proceso democrático se desarrolle de la mejor manera, donde imperen los más puros valores del respeto, la tolerancia política y el espíritu democrático que nos caracteriza como país.
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