Doña Ana: El regreso de un balneario con historia

» Por Fernando Villalobos Chacón - Historiador y presidente Concejo Municipal Esparza

Entre los recuerdos más entrañables de varias generaciones costarricenses, resuena un nombre que evoca mar, tren, baile y familia: Playas de Doña Ana.

Este balneario emblemático, ubicado en Mata de Limón de Caldera, Esparza, está próximo a reabrir sus puertas gracias a un convenio entre el Instituto Costarricense de Turismo (ICT) y la Municipalidad de Esparza. Su reapertura no es solo una buena noticia para el turismo, sino también un acto de justicia histórica y cultural.

Un paradero costero con alma ferroviaria

Durante buena parte del siglo XX, Doña Ana se consolidó como uno de los principales balnearios nacionales. Su ubicación estratégica, a pocos kilómetros del puerto de Caldera, la convirtió en la playa más cercana al Valle Central. Esto la posicionó como el destino costero por excelencia para quienes viajaban desde San José, Alajuela, Heredia o Cartago, especialmente en tren.

Más que una simple playa, Doña Ana fue un paradero turístico integral. Aquí confluían el ferrocarril, la gastronomía local (famosos eran los ceviches, las chuletas y las empanadas), los bailes populares y el baño en mar abierto. Familias enteras llegaban cargadas con hieleras y toldos, mientras que otros optaban por los almuerzos típicos que ofrecía el balneario. Todo esto se daba en un ambiente seguro, limpio y ordenado, bajo la tutela del ICT.

A lo largo de las décadas de 1970, 1980 y parte de los 90, Doña Ana fue más que una playa: fue una institución nacional. Muchos recuerdan sus primeros encuentros amorosos, excursiones escolares, viajes familiares o simples tardes de domingo compartiendo frente al mar.

El nombre que la historia no olvidó

¿Por qué “Doña Ana”? Aunque no existe un documento oficial que explique su origen, la versión popular más aceptada afirma que el sitio toma su nombre de una mujer conocida como “Doña Ana”, quien en el pasado fue dueña de terrenos cercanos o anfitriona de los visitantes que llegaban a esta playa. En tiempos en que los mapas eran orales, bastaba con referirse a la zona como “las playas donde Doña Ana dejaba entrar a la gente” para que el nombre se quedara en la memoria colectiva.

Este fenómeno toponímico es común en Costa Rica y habla del poder simbólico de lo cotidiano, donde las mujeres —como Doña Ana— dejaban huella no con decretos ni leyes, sino con generosidad, constancia y presencia.

Una pausa dolorosa, un regreso esperanzador

Con el pasar del tiempo y los cambios en la administración pública, el balneario cerró sus puertas, dejando un vacío tanto turístico como emocional. Fueron años de abandono, en que la infraestructura deteriorada recordaba con nostalgia lo que fue un símbolo de recreación accesible y segura para miles de costarricenses.

Sin embargo, hoy se abre una nueva etapa. El reciente convenio entre el ICT y la Municipalidad de Esparza marca el inicio de un proceso de recuperación y reapertura que podría devolver a Doña Ana su antiguo esplendor. Si se gestiona con visión comunitaria, responsabilidad ambiental y participación local, este espacio tiene el potencial de convertirse nuevamente en un punto de encuentro intergeneracional y cultural.

Doña Ana: historia viva del turismo popular

La reapertura del balneario nos invita a reflexionar sobre el valor del turismo local y comunitario. Doña Ana representa un modelo de recreación digna y accesible, una forma de democratizar el disfrute del mar y fortalecer el tejido social. Es también un recordatorio del vínculo entre la infraestructura pública, el transporte ferroviario y la construcción de identidades regionales.

¿Cuántas historias han nacido en sus arenas? ¿Cuántas anécdotas esperan ser contadas de nuevo por abuelas, padres y nietos? Doña Ana no solo es una playa: es un símbolo viviente de la Costa Rica que celebra la vida con sencillez, belleza y sentido de comunidad.

Su reapertura, más que una novedad turística, es una recuperación de la memoria nacional. Y esperamos, con esperanza, que esta vez sea para quedarse.

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