Frente a la secuela de hechos delictivos, accidentes de tránsito donde mueren muchas personas por imprudentes y demás calamidades de todo tipo; decir que “se ha vuelto rutina y que uno se acostumbra” es una enorme falacia, porque no es rutina que un sicario mate a quien sea y que un conductor ebrio mate a cuatro niños,
La crónica de lo inesperado y a veces fortuito, se sale de forma abrupta por la revelación de los medios de comunicación con lujos de detalles y pruebas irrefutables, referente a la aparición inédita y sorpresiva de un grupo “terrorista” costarricense en su totalidad, cuya estructura y logística son muy cercanas al profesionalismo del terror. El hecho que obliga a una reflexión por lo inesperado, fue planeado y desembocó en la bomba puesta en el Canal 7, otra en la Asamblea Legislativa en la oficina de una diputada. Como si no fuera suficiente según las mismas declaraciones de los delincuentes planeaban sin lograrlo “la desestabilización del País y la agresión al presidente de la República.
Un éxito de todos los cuerpos policiales del País fue la captura completa de “los supuestos terroristas” que de seguro, deberían de haberlos investigado con mucha anterioridad.
Las ciudadanas y los ciudadanos que tengan dos dedos de materia gris en la cabeza se preguntan: “¿estabilizar qué?” y luego dudan con temor la posible llegada de otro grupo de “cretinos” que quizás esté oculto en alguna parte. Sin ser alarmistas opinamos que el triste hecho, simplemente es de cuidado y; que la paz y a democracia de este País hay que defenderla y cuidarla en estos tiempos tan convulsos.
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