En 2006, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) publicó un estudio titulado La larga sombra del ganado: problemas ambientales y opciones. El informe, que atrajo la atención internacional, afirmaba que la ganadería producía un asombroso 18% de los gases de efecto invernadero en todo el planeta y que era más que todo el transporte. Pero. ¿Por qué algunos autores dicen que el estudio de la FAO no es cierto? Veamos por qué: El error consistía en que los analistas de la FAO hicieron una evaluación integral del ciclo de vida para estudiar el impacto climático de la crianza del ganado, pero a la hora de analizar el transporte emplearon un método diferente. La FAO tomó todos los factores asociados a la producción de carne, entre ellos las emisiones generadas por la elaboración de fertilizantes, la conversión de bosques en pastos, el cultivo de pienso y las emisiones que provienen de los animales (eructos y deposiciones) desde su nacimiento hasta su muerte. Cuando analizaron las emisiones producidas por el transporte ignoraron los efectos sobre el clima que provienen de la fabricación de materiales y piezas de los vehículos, el ensamblaje de los mismos y el mantenimiento de carreteras, puentes, aeropuertos y otras infraestructuras.
Solo tomaron en cuenta las emisiones de coches, camiones, trenes y aviones. Como resultado, la comparación que hizo la FAO de las emisiones de gases de efecto invernadero entre ganadería y transporte estaba distorsionada. Posteriormente la FAO reconoció su error, pero ya la gran publicidad que se le hizo al primer informe caló entre la gente que culpa al ganado de la emisión de gases. Hoy uno de los autores del informe distorsionado de la FAO dice que el transporte es responsable del 14 % de las emisiones y el ganado el 5 %. Estos resultados son similares a las investigaciones realizadas en Estados Unidos.
Con este artículo no pretendo provocar polémicas, ni estoy a favor o en contra de los científicos todos respetables que defienden sus investigaciones. Algunos autores más conservadores dicen que la ganadería si emite gases, pero dejar de comer carne como pretenden algunos ambientalistas no va a salvar el mundo en caso de una hambruna.
Otros investigadores dicen que comer carne puede afectar el ambiente. Solamente haremos un comentario, las vacas no están matando el planeta. Esto quedó demostrado durante la pandemia cuando los satélites mostraron que la contaminación ambiental bajo al pararse el transporte y las fábricas industriales y las vacas siguieron pastando sin afectar el ambiente. Y no solo el ganado doméstico, sino que los miles de gacela, antílopes, cebras de África también estaban pastando y tampoco afectaron el ambiente como si lo hizo el transporte y las fábricas de la industria.
El ganado es acusado de provocar muchos gases de invernadero por el metano que sale de sus tractos digestivos. Los ambientalistas, los veganos o vegetarianos acusan a la ganadería de provocar muchos gases de efecto invernadero. Sin embargo, esta afirmación no es totalmente cierta (como podremos comprobar más adelante). La persistencia de esta idea lleva a suposiciones inexactas en relación con el consumo de carne y el cambio climático.
Según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, las principales fuentes de emisión de gases de efecto invernadero (GEI) en Estados Unidos durante 2016 fueron la producción eléctrica (28% del total de emisiones), el transporte (28%) y la industria (22%). La agricultura y la ganadería representaron apenas un 9% de las emisiones, cifra a la que la ganadería contribuye con un 3,9%. Los números demuestran que la ganadería no se puede comparar con el transporte en términos de contaminación. Según los resultados de investigaciones de la Universidad de California, si toda la población de Estados Unidos se sumara a la práctica del meatless monday (lunes sin carne), se apreciaría una reducción de gases de tan solo el 0,5.
Mucha gente sigue pensando que dejar de comer carne solo un día a la semana influirá en la lucha contra el cambio climático. Nada más lejos de la realidad. Un estudio reciente demuestra que incluso si todos los estadounidenses eliminasen todas las proteínas animales de sus dietas, las emisiones de gases de efecto invernadero del país solo se verían reducidas en un 2,6%.
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