La solidaridad como principio de la civilización
Una estudiante le preguntó una vez a la antropóloga Margaret Mead cuál consideraba la primera señal de civilización en una cultura. La estudiante esperaba que la antropóloga hablara de anzuelos, cuencos de arcilla o piedras para afilar, pero no. Mead dijo que el primer signo de civilización en una cultura antigua es la prueba de una persona con un fémur roto y curado.
Mead explicó que, en el resto del reino animal, si te rompes la pierna, mueres. No puedes huir del peligro, ir al río a beber agua o cazar para alimentarte. Te conviertes en carne fresca para los depredadores. Ningún animal sobrevive a una pierna rota el tiempo suficiente para que el hueso sane. Un fémur roto que se curó es la prueba de que alguien se tomó el tiempo para quedarse con el que cayó, curó la lesión, puso a la persona a salvo y lo cuidó hasta que se recuperó.
Ayudar a alguien a atravesar la dificultad es el punto de partida de la civilización, explicó Mead. La civilización es una ayuda comunitaria.
La solidaridad no es una limosna permanente
A propósito de las declaraciones de la periodista y hoy diputada de gobierno, Pilar Cisneros, en Puntarenas el jueves anterior, que desató el enojo de muchos sectores y autoridades de esta comunidad, quizás porque sus palabras fueron incomprendidas en su justa e integral dimensión.
La mayoría de gobiernos lo que han venido a ofrecer a Puntarenas por décadas ha sido asistencialismo y más asistencialismo. Darles limosna a las personas termina haciéndolos dependientes del Estado, no les permite avanzar ni progresar y lo que hace es perpetuar el ciclo de pobreza. No olvidemos que cuando la gente pierde la fe en sí misma, deja de tener sueños y proyectos, no le interesa mejorar, y solo aspiran a recibir ayudas. Esto conduce a la peor de las pobrezas: la mental y la del espíritu.
Puntarenas lo que ocupa es una “caña” y saber de “técnicas de pesca” que le permitan generar oportunidades y empleos. La gente ocupa formación técnica y profesional, y que haya empleos para la población. En esto último, las políticas de gobierno son claves.
El empleo dignifica, hace útiles a las personas, fortalece la sociedad, las familias y provoca la verdadera felicidad.
La solidaridad es permitir que las personas se restablezcan, mejoren su condición para poder salir adelante. La solidaridad no es un estado permanente de asistencialismo. Eso es limosna y estoy seguro la gente noble de Puntarenas no quiere eso, lo que desea es trabajo.
Doña Pilar siempre frontal y directa no hizo más que eso: confrontar a las personas sobre su verdadero sentido del futuro y destino, en esta coyuntura de pobreza y desempleo.
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