Debemos tomar una decisión pensada en la Costa Rica del futuro

» Por Luis Diego Calderón - Presidente del Comité Cantonal de la Persona Joven de Paraíso. Excandidato a Diputado por Cartago por el PLN. Estudiante Biotecnología del TEC.

Estamos en un momento crucial donde en unas cuantas semanas, seremos los protagonistas, nuevamente, de marcar la ruta país que queremos en los próximos cuatro años. Viendo la realidad nacional con la falta de discusión de propuestas serias y concretas en temas urgentes, me hace pensar que estamos en suelo flojo sin una clara realidad de lo que está pasando, y aún más preocupante, sin una ruta sólida hacia dónde dirigirnos. Por esto, se me hace inevitable recordarles los pequeños grandes logros que hemos tenido como sociedad, la causa de los mismos y por qué nos dejan la responsabilidad de seguir construyendo un mejor país para las nuevas generaciones.

Puedo mencionar: una escuela, un ebais, un comedor, un restaurante, una universidad, una beca estatal, un seguro médico, un empleo, un automóvil, una casa, un supermercado, un cine, un teatro, un periódico, un televisor, un celular, una computadora, un parque nacional, un país sin ejército, entre otras. Y estas palabras, ¿qué significan para nosotros? La mayoría dirá que no es nada nuevo, representa su cotidianidad, su estilo de vida. Déjenme darles una respuesta más compleja: son el resultado de un conjunto de transformaciones sociales, culturales y económicas, legadas y asimiladas por y para la sociedad, dirigida por un pensamiento ideológico-político compartido por un conjunto de personas a través de los años. Con la obligación de innovar, actualizarnos y redirigirnos constantemente a los nuevos retos que se nos presentan. Me atrevería a decir que, en Costa Rica, esta base de principios progresistas fue guiada por lo que llamamos socialdemocracia. Una palabra que en lo superficial denota justicia, equidad y libertad; pero en lo profundo de su historia y su trascendencia, engloba planteamientos en lo económico, defensa en la cultura, respaldo en el espíritu progresista, innovación en la ciencia y tecnología, y promoción de los valores sociales.

Han sido bastantes los logros alcanzados, basta decir que vivimos en un país donde la educación es el pilar del desarrollo, y no el armamento que se compra para enlistar a su población. Nos caracterizamos por la paz, que es nuestra razón de admiración, y por una institucionalidad fuerte. Una democracia participativa donde cada persona debe ser respetada en sus creencias, sus virtudes y su forma de vida, pero garantizando que sus derechos sean salvaguardados bajo cualquier circunstancia, mientras no infrinjan los derechos ajenos. Bien lo decía Enrique Obregón en su discurso sobre los Principios de la Socialdemocracia el 21 de Abril de 1978, en el Campus de CEDAL, en “La Catalina”, que la socialdemocracia es “un quehacer permanente del espíritu, abierto a todas las corrientes del pensamiento universal, con la única ambición de conquistar, algún día, la libertad y la justicia para todos los hombres de la tierra. Es una pasión por la libertad; una gran ambición de los hombres que pensamos muy seriamente que la paz bien puede ser un sendero abierto para la conquista de esa ideal forma de vida que es la democracia. La socialdemocracia es un amor profundo por los más auténticos valores del espíritu humano”.

Sin embargo, debemos ser críticos y realistas. Nuestro país se ha estancado, a tal punto que nos encontramos en una cuerda floja, casi en un colapso nacional. Temas como el congestionamiento vial, la escasa infraestructura, la generación de empleo, la movilidad urbana, el desarrollo sostenible, la saturación en la atención médica, el bajo monto de las pensiones no contributivas y el alto costo de vida. Estos aspectos no están en el tapete de la discusión transparente de este proceso electoral, y puede significar un retroceso en los logros de la democracia más sólida de toda América Latina. Es momento de hablar de esto y más; de resaltar las capacidades intelectuales de los costarricenses, impulsar nuestras ideas, nuestro talento, nuestros descubrimientos y emprendimientos, activar la economía a través de la inversión extranjera para generar empleo y un desarrollo compartido con otras naciones, sin dejar a un lado el urgente apoyo a los emprendimientos locales de toda índole.

Cada uno de nosotros, debe cumplir con sus responsabilidades diarias, y creo firmemente que una de ellas es velar porque en nuestra sociedad siempre se garantice la justicia, la equidad y la tolerancia hacia cada costarricense que piense diferente a nosotros, y si no se cumple esto, pues sería hora de replantearnos una nueva ruta nacional, y dirigir el barco a aguas más honestas, más humanistas y más solidarias, sancionar lo que haya que sancionar y redefinir nuestra educación de valores. Así, desde cada una de nuestras profesiones o conocimientos direccionarlo para un objetivo social en común, la búsqueda de un mejor mañana.

Creo firmemente en que podemos acercarnos más a una sociedad sin pobreza, sin hambre, sin violencia; una sociedad razonable en sus decisiones, pensadora en las finanzas, crítica en sus acciones, solidaria y generosa con el prójimo, responsable en sus deberes, pacífica en los problemas, sostenible y cariñosa con su madre naturaleza, tolerante con lo diferente, agradecida en todo lo que logra alcanzar y en lo que recibe, y no menos importante, humilde de corazón.

Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo, fotocopia de la cédula de identidad por ambos lados y número de teléfono al correo redaccion@elmundo.cr.

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