En el universo del fútbol tico, estamos encaminados a una nueva final entre el Club Sport Herediano y Liga Deportiva Alajuelense, y una vez más salen a relucir los aspectos más turbios de los aficionados costarricenses, sacando de nuevo esa personalidad pasiva agresiva en el país del “Pura vida”.
Para comenzar se cita una desafortunada frase del entrenador y directivo de Herediano, Jafet Soto quien en un arranque de “enojo”, dijo una frase cargada de xenofobia; sea voluntaria o no, contra el directivo alajuelense Agustín Lleida al denominarlo “conquistador” haciendo alusión a su condición de español.
Es obvio que la frase causa revuelo principalmente por quien la profirió, ya que acá la “farándula” es tan reducida que algunos personajes de fútbol, políticos y áreas fuera de lo artístico se transforman en personajes “farandulescos” y se convierte en un tipo de espectáculo lo que jugadores, directivos, entrenadores, árbitros, etc. digan para atizar la “polémica” que alimenta la prensa rosa nacional, Jafet se ha transformado en todo un personaje que genera comentarios, memes y discusiones que alimenten ese morbo.
Por otro lado, la discusión sobre lo inoportuno de las manifestaciones de Soto puede ayudar a llevarlo hacia un tema que debería ser obligatorio mencionar y es lo reiterativo que se ha vuelto este comportamiento discriminatorio y ofensivo que toma lugar en distintos ambientes de nuestra sociedad.
Lo anterior lo he podido destacar con más criterio luego de impulsar un “Observatorio Web Antidiscriminación” (https://www.facebook.com/owacr), donde se recopila información sobre titulares tendenciosos de la prensa, así como respuestas de usuarios costarricenses con alto contenido discriminatorio en comentarios en sitios Web, páginas de Facebook y Tweets realizados.
Los resultados obtenidos hasta este momento no son un secreto para nadie, los ticos tenemos prácticas de discriminación por origen, color de piel, orientación sexual, género, ideología y hasta por condición económica.
Solamente en el caso de Jafet Soto pasan lanzándole apodos como “Carelitro” haciendo alusión a un supuesto abuso de licor por parte de él, ante lo cual es importante recordar que el alcoholismo es una enfermedad que destruye familias constantemente en nuestro país y en otros lugares del mundo.
Otras manifestaciones “pasivo – agresivas” en contra de colectivos ha incluido el uso de “princesos” o “parece playo” en una forma de alentar la homofobia cuando se han referido al entrenador del Saprissa, Walter Centeno.
En el Estadio Fello Meza se acusó a aficionados del cartaginés de lanzar insultos racistas contra jugadores de Limón FC, sin embargo, el caso no pasó a mayores ambientes porque no fue “tendencia”, como que el racismo no es a muchos a los que les incomoda, o no les “compete” porque no es con ellos.
Es común o popular utilizar la frase “son unas perras” para hablar de jugadores que son malos y donde se hace referencia a una cuestión que aunque no lo creamos hace una alusión misógina y aunque lo tengamos por “normal”, realmente es porque arrastramos desde tiempos inmemorables el germen de la violencia interiorizada, algo que debemos desarraigar no solo del deporte sino de toda área de desarrollo social porque también aparece en publicaciones sobre política, economía, violencia intrafamiliar y otros.
La utilización de “mongolito” para referirse a una persona, insultando además a quienes tienen la condición de “síndrome de Down” o el desafortunado uso de “autista” para señalar la condición de una persona con la que se tiene diferencias, entre una larga lista de insultos que se amplía cuando se visitan las redes sociales donde tal parece que algunos tienen menos filtros aun, siguiendo aquello que dijo Umberto Eco que ha generado una “invasión de necios” que solo destruyen lo que tienen alrededor.
Este no es un mal que aqueja solamente Costa Rica por supuesto, sin embargo, es nuestro entorno inmediato el que estamos obligados a cambiar y de ahí esparcir una nueva forma de tratarnos.
Se debe sentar un precedente en el país para que esto deje de pasar desapercibido, o verse como algo “folclórico”, pero que no sea a través del uso de un chivo expiatorio como de forma farandulesca quieren aprovechar la situación algunos para lapidar públicamente a Jafet Soto por una frase pesimamente seleccionada, sino que se debe ser enfático en que el lenguaje de odio que hemos “normalizado”, hasta que no lo cambiemos, mentalmente seguirá replicando como lo correcto que se puede o no hacer contra otras personas.
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