Curso intensivo de insultos y degradación como forma de gobierno

Deben existir otras opciones que no sea este curso intensivo de insultos y degradación como forma de gobierno. Ya no se pueden leer los periódicos ni las redes sociales. Claro, con no leer los comentarios se arregla bastante el curso intensivo de insultos y degradación que estamos viviendo a diario con este gobierno. Pero es que hasta las noticias que provienen del mismo gobierno son insultantes. Es probable que sea difícil controlar lo que permiten publicar las redes sociales. Pero no puede ser que los periódicos permitan la publicación de noticias y comentarios insultantes y degradantes. Con la tecnología actual ya hasta se puede emplear el chatgpt para hablar y escribir civilizadamente. Antes existía lo que llamaban una oficina dizque de censura que algo hacía y hasta los periódicos trataban de ser educativos y ejemplares.

Los que apoyan al gobierno actual, aunque éste aún no tiene partido político ni candidato conocido, están a la espera de encontrar para cuestionar, a quien sea el candidato ungido por la cúpula de los partidos tradicionales, ahora en la oposición y desde hace ya 3 gobiernos en el caso del PLN y más de 5 gobiernos en el caso del PUSC. Pero por el contrario, esos mismos que apoyan al gobierno actual, están deseando conocer cuál será el candidato ungido por el presidente actual, con el partido que sea, para festejarlo y cerrar filas con ese candidato sea quien sea. Pero deben existir otras opciones que no sea continuar con este curso intensivo de insultos y degradación como forma de gobierno.

Es importante que también los candidatos presidenciales o los partidos políticos correspondientes nos indiquen cual es el plan B, si no consiguen el imposible de la mayoría absoluta, porque no podemos seguir teniendo gobiernos que no resuelvan nada, esperando algún lejanísimo día poder llegar a tener esa mayoría absoluta. Menos de 10 meses restantes de este nuevo gobierno de turno y hasta ahora, solo hemos tenido períodos muy poco productivos de sesiones legislativas, complementado con unos cuantos decretos difíciles de entender provenientes del poder ejecutivo y, reelecciones inconvenientes de hasta 8 años en el poder judicial, cuando hay otros miles de costarricenses que también podrían hacer más y mejores cosas y en períodos de 4 años y sin innecesarias reelecciones.

Está claro que la mayoría absoluta en la Asamblea Legislativa se obtiene cuando un solo partido político alcanza 38 diputados. Sin embargo, la verdad es que esa posibilidad para nuestro país está en el rango de lo imposible, así es desde hace muchísimos años y básicamente es, por la misma naturaleza de los costarricenses, de dividir su voto. Y entonces cuál es el plan B para el candidato presidencial o partido político que cuenta con conseguir ese milagro ? La experiencia de otros países nos ha indicado que los posibles beneficios que resulten de alguien o de algún partido político con la mayoría absoluta, es más probable que se vean empañados con un sinfín de otras ideas autoritarias.

La gran mayoría de los problemas de Costa Rica se resolverían muy fácilmente si todas las auditorías internas, contralorías y demás instituciones de control de gasto público, por fin comprendieran que su trabajo es muy importante y necesario para nuestro país, aunque sus salarios y privilegios sean pagados por cada institución pública, su deber inicial y final es por Costa Rica, porque de lo contrario, nunca van a alcanzar ni todos los impuestos ni la enorme e inmanejable deuda pública para cubrir tantas y tantas fallas en el control de los gastos. Con más eficiencia no se perderían miles de millones de las bóvedas de un banco nacional. Con más eficiencia no habría tanta facilidad para evadir los controles en las adjudicaciones de tantas licitaciones públicas. Con más eficiencia los expedientes judiciales no estarían compitiendo en tardanza, con las listas de espera de la CCSS, etc, etc, etc.

Pero, no hay problema, también tenemos 200 años de experiencia. La solución es muy sencilla. Solo requerimos que las instituciones públicas hagan por fin, todo lo que se supone tienen que hacer: Que la Contraloría realmente controle, que la Defensoría realmente nos defienda, que la CCSS y el Poder Judicial por fin, bajen a niveles razonables las listas de espera en atención de pacientes y resolución de casos judiciales en trámite. Que la prioridad en nuestra educación pública, por fin sea la primaria y la secundaria, en fin, que cada institución pública haga bien su parte del trabajo. A estas alturas del siglo XXI no podemos afirmar que los tres Poderes, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial estén funcionando bien, porque a diario nos enteramos que hay problemas por todas partes. Pero deben existir otras opciones que no sea continuar con este curso intensivo de insultos y degradación como forma de gobierno.

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