Cuba y Taiwán, dos respuestas muy diferentes a la epidemia del coronavirus

» Por Luis Zúñiga Rey - Diplomático y analista

El gobierno de Taiwán ha dado un magnífico ejemplo de cómo enfrentar el desafío de una epidemia. A solo 80 millas de la República Popular China y con un promedio de dos mil turistas chinos visitando Taiwán diariamente, las autoridades taiwanesas solicitaron permiso y enviaron a Wuhan un equipo de expertos en enfermedades pulmonares para evaluar, in situ, la situación.

Al regresar, los expertos informaron que la enfermedad no estaba bajo control y que tenían que tomar severas medidas inmediatamente. Bajo esa indicación, el Centro de Control de Enfermedades (CCE) ordenó que se inspeccionara el estado de salud de todos los viajeros que llegaran al país, procedentes de Wuhan o sus cercanías. Taiwán también comenzó a exigir a sus nacionales que los enfermos con síntomas de fiebre y tos se hicieran la prueba del coronavirus. El primer caso de contagio fue detectado el 21 de enero.

A continuación, el CCE activó al Comando Central de Control de Epidemias que ordenó 124 medidas para controlar la epidemia y proteger a la ciudadanía. Entre las medidas estuvo la prohibición de entrada a viajeros procedentes de Wuhan. Poco después, el 26 de enero, cuando la epidemia se extendió a otras áreas, Taiwán prohibió la entrada de todos los viajeros de China, con la excepción de los ciudadanos taiwaneses que regresaban a su país.

Otras de las 124 medidas fueron la activación de los monitores de medición de temperatura humana instalados en los aeropuertos desde la epidemia del SARS en el 2003. Establecieron una línea directa de internet para recibir preguntas sobre los síntomas de la enfermedad y para proveer información. Todos los pasajeros que llegaban de las áreas afectadas eran colocados en aislamiento obligatorio en sus casas por 14 días, aunque no estuvieran enfermos. Sabían que el período de incubación del virus puede demorar hasta esa cantidad de días. Además, para evitar violaciones a la medida, a esas personas se les colocaba en sus teléfonos móviles un dispositivo-localizador. La violación del aislamiento en su casa es multada con unos $10,000 dólares. Las multas se aplican también a las personas que no reporten síntomas de fiebre y tos.

Paralelamente, cada vez que detectan un caso de contagio, identifican a las personas que estuvieron en contacto con el enfermo y les hacen las pruebas pertinentes. Si dan positivo, son hospitalizados y si dan negativo, quedan aislados por 14 días en su casa. Después, serán sometidos a la prueba, nuevamente, antes de levantarles el aislamiento.

Otras de las 124 medidas del Comando Central de Control fueron asegurar el suministro de nasobucos (cubre-bocas) para la protección personal. Para ese efecto, se prohibió la exportación de los nasobucos existentes en el país, se fijó el precio obligatorio de 16 centavos cada uno y se crearon nuevas líneas de producción en las fábricas para producir grandes cantidades. Para acelerar la producción se enviaron soldados a trabajar a esas fábricas. Se le pidió a las estaciones de radio y televisión que difundieran, continuamente, anuncios de servicio público sobre la expansión de la epidemia y de la importancia de tomar las debidas precauciones higiénicas, además del uso del nasobuco. A los padres se les pidió que tomaran la temperatura de sus hijos antes de enviarlos a la escuela y que informaran al respecto a los maestros.

La serie de medidas tomadas incluyó que los edificios de oficinas, bancos y centros comerciales comenzaran a chequear la temperatura de todos los que llegaban, usando una medidor portátil (pistola). En la mayoría de los edificios de apartamentos se colocaron, dentro y fuera de los elevadores, recipientes con gel desinfectante para las manos.

Todos los exámenes de detección del virus son gratuitos y a las personas que se les obliga a aislarse en su casa, el gobierno le cubre los gastos de comida, alojamiento y gastos médicos. Este último costo está generalmente cubierto porque el Seguro Nacional de Salud cubre al 99% de los taiwaneses.

La cadena televisiva de los Estados Unidos, NBC, hizo un magnífico reportaje, con entrevistas y fotografías sobre la estrategia taiwanesa para lidiar con la epidemia. El reportaje confirma la información que ofrece el Ministerio de Salud de Taiwán.

Por su parte, el régimen cubano mantuvo, durante un largo tiempo, un silencio increíble sobre la expansión de la epidemia del coronavirus y de la creciente cantidad de contagiados y víctimas mortales. El 15 de febrero fue, prácticamente, el día en que el régimen informó de la epidemia en la prensa nacional. El Periódico Granma publicó en primera plana una foto de Miguel Díaz-Canel junto al embajador de la República Popular China y un texto donde, sumariamente, dice: “Díaz-Canel recibió la visita del embajador y elogió la eficaz respuesta del gobierno chino ante la difícil situación. También expresó su convicción de que ganarán la batalla contra la epidemia”. Díaz-Canel afirmó que “China cuenta con la experiencia y con la certera dirección del Partido Comunista para superar la adversidad”. Ni una palabra de alerta al pueblo cubano sobre la peligrosa situación. Ningún anuncio de medidas para prevenir la llegada de viajeros contagiados.

Hasta hoy, marzo 18, el régimen castrista no ha suspendido la entrada de viajeros a Cuba de ningún país, ni siquiera de China, Italia, Irán o España que han sido los más contagiados por la epidemia.

En Cuba no hay ni los instrumentos primarios para proteger de la enfermedad a los ciudadanos. No hay nasobucos. La televisión nacional presentó hace 3 días a una costurera que “enseñaba” a los televidentes cómo “fabricar” un nasobuco cortando pedazos de tela de una ropa y cosiéndole tiras para poder amarrarlo. Algo realmente patético en el siglo XXI. El segundo instrumento primario, el agua y el jabón escasean severamente. Hace unos 10 días la ministra de comercio interior informó que hasta abril no habría suministros de material de aseo. El agua también está en crisis. En los populosos municipios del Cerro y 10 de Octubre el agua se suministrará en ciclos de 3 días. Numerosos lugares de la capital solamente reciben agua a través de camiones pipa.

Y el tercer instrumento primario, las medicinas, también pasan por una prolongada escasez. El régimen anunció, eufórico, que había exportado más de 300 “productos” farmacéuticos a 43 países, pero no dijo que solo cumplió con 57% de las necesidades internas de medicinas.

Un hecho inconcebible es que a los sospechosos de tener los síntomas del coronavirus, se les pone en observación, pero no se le realizan las pruebas. Por ejemplo, la información dada ayer por el régimen decía que hay 259 personas ingresadas para vigilancia epidemiológica “por riesgo”. De ellos, 90 son extranjeros y 169 nacionales. A continuación reportaron que en el país se han hecho 51 tests (pruebas), dos de esos tests se hicieron a personas cercanas a un nacional detectado en Villa Clara.

Oficialmente, en Cuba solamente hay contagiados 3 turistas italianos y 4 nacionales. Al respecto, Francisco Durán, Director de Epidemiología del Ministerio de Salud, dijo en la TV que 6 personas que estuvieron en contacto con los 3 italianos están en cuarentena, pero no se les ha realizado la prueba. Y agregó: “Si próximamente no presentan síntomas, serán devueltos a sus casas”. En efecto, no hay ninguna información sobre el período de incubación de la enfermedad de hasta 14 días, ni se está aplicando el protocolo de prevención de los 14 días. La situación se maneja como si no existiera una alarma mundial y como si Cuba fuera inmune al coronavirus. Una de las turistas italianas enfermas, Marta Cavallo, denunció en Facebook las malas condiciones en su lugar de hospitalización, el Instituto de Medicina Tropical “Pedro Kourí” de La Habana. Dijo que las condiciones higiénicas del lugar son malas, que no hay papel sanitario y que la comunicación con los médicos no es buena. Está reclamando irse a su país. Otro de los pacientes italianos, de 61 años, fue reportado, oficialmente, en estado crítico, a pesar de que ayer habían dicho que “todos” estaban en “perfectas condiciones”.

Hoy, el mundo pudo conocer el grado de indolencia del régimen castrista recibiendo al barco crucero inglés, MS Braemar. El barco trae unos mil pasajeros y al menos 20 tripulantes y 20 pasajeros son sospechosos de tener coronavirus. Es increíble que en momentos en que la mayoría de los países del mundo han cerrado sus fronteras para proteger a sus ciudadanos, las fronteras de Cuba sigan abiertas y recibiendo turistas como si no hubiera una epidemia mundial. Las islas Vírgenes Británicas podrían haber recibido el barco, pero no hizo falta, el régimen castrista, por un poco de dinero, les hizo el servicio. Esas han sido las respuestas, muy diferentes, de Taiwán y Cuba frente a esta peligrosa epidemia. La comparación es válida y necesaria.

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