Cuando se levanta la mano izquierda para escribir con la derecha.

En días recientes hemos visto como una vez más, aquellos que prometieron defender los intereses de la gente desprotegida se les ha caído la careta, grandes discursos, palabras pomposas y discursos de panfleto redactados para colocarse en el sector progresista, pero sólo eso, en el papel.

Es común en la política que gente que no pertenece ni ha pertenecido a la clase trabajadora, se apropie de los espacios de representación política que deberían corresponderle a la gente que viene de abajo; por ello, históricamente los costarricenses hemos visto como ciertas familias pertenecientes a la aristocracia tica, se han autoproclamado defensores de los más pobres sin nunca haber vivido la pobreza, ni mucho menos lograr verdaderos avances en la disminución de las brechas sociales.

Las marcas de prestigio están en su vocabulario, en sus bolsos y carteras, mientras dicen levantar banderas de igualdad y lucha social, marcas de diseñador impronunciables para nuestra gente más humilde son sus ajuares habituales.

No admiten opiniones de personas que no vienen de esa herencia de apellidos y concubinatos políticos, es un riesgo admitir pensamientos que lesionan sus alianzas silenciosas, esas que realizan con sus grandes amistades de la otra clase política a la que dicen adversar en público.

Se indignan y se hacen pasar por víctimas cuando se les cuestiona su accionar contrario a los intereses de la clase trabajadora, mienten e intentan difamar a quien revela sus incoherentes actos. Mientras las aguas se tranquilizan elevan el puño izquierdo para tapar sus verdaderas intenciones, sostenerse en el poder con un grupo pequeño que les sigue las instrucciones al dedillo, lo que les permite seguir ocupando los espacios que sus antecesores y familiares han ocupado.

Siempre he sostenido que no creo en líderes vivos, ni mucho menos en muertos, esa idolatría por quienes desde la comodidad dicen defender a los más humildes jamás me permeará. En la política verdaderamente social se deben defender los logros y las conquistas de la gente que luchó y que inclusive perdió su vida por ello, jamás vanagloriar seres individuales o familias que se otorgan el derecho a opinar por gente a la que ni siquiera conocen.

Atreverse a negociar los derechos de la clase trabajadora no es más que la muestra fehaciente de que algunos levantan la izquierda y escriben con la derecha.

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