Cuando la no rutina se convierte en rutina

Siempre he tratado de ser organizado, lo cual me ayuda a optimizar el tiempo de la vida cotidiana, sea laboral o personal; levantarme a una hora determinada, que cuando irónicamente pongo el despertador, lo que hago es vigilarlo para visualizar si ya estaré pronto a despertarme.

Casi sonámbulo me dirijo a la cocina en búsqueda de preparar un buen café, en cuyo traslado encendida la luz, visualizo la entrada de algún correo en la “extensión” de mi mano: el celular, que de no ser importante pongo a cargar el mismo, mientras que en el interior del microonda gira como un carrusel la taza que ya tiene su azúcar sin calorías y cierto contenido de agua, a la espera que suene la señal que ha transcurrido el tiempo necesario, recipiente que impacientemente espera su dosis del prestigioso estimulante rico en cafeína.

Me traslado a la sala y en uno de los sillones – teniendo a la par el preciado licor cuyo aroma invade mis fosas nasales – encendemos la computadora personal, dando un barrido general por periódicos nacionales e internacionales donde tratamos de valorar un equilibrio entre los dimes y diretes en el ámbito político, hechos sociales, artículos; casi a la par encendemos la tele dándole prioridad a los noticieros y apreciarlos audio visualmente.

Se siente la moto que indica la llegada del periódico, para complementar si el planeta Tierra “sigue patas arribas”

Paso a algunas tareas domésticas como es la revisión de los dispensarios de las mascotas; limpiar lo que en la noche ensuciaron y alistar un tanto la mesa para el desayuno.

Al baño, al closet, en búsqueda de una ropa adecuada en tiempos de pandemia y pasamos a ingerir los alimentos que se suponen que sean los más importantes (se plantea que… “la primera ingesta del día determina durante el resto del día la eficiencia del organismo para quemar las grasas de los alimentos consumidos en la comida y la cena”)

Tras lavar los recipientes utilizados, suelo dirigirme a mi pequeña agenda donde reviso el cumplimiento de lo programado y por programar, aquí plasmo las pequeñas tareas cotidianas; las tareas “grandes” las cuales se repiten con fechas inamovibles cada mes, esas están escritas en un calendario colocado como cuadro, de frente.

No omito manifestar que tal vez como una muestra de organización o disciplina en cada local de la casa cuenta con un reloj, que indica lo único que no podemos volver atrás: el tiempo.

Realizo una “pequeña gira” trasladando a mi esposa a su trabajo, siempre y cuando no realice teletrabajo; por el supermercado, alguna que otra gestión personal y a casa; retomamos la agenda de lo cotidiano, cuyas tareas por realizar giran en torno a la escritura de artículos por elaborar, donde los temas a abordar fluyen uno más que otros, dependiendo de la “musa”

Llega el horario de almuerzo calculado para las 12 del mediodía; dormir religiosamente la siesta (recomendado unos 20 minutos mínimos) que me permite reunir energías para el resto de la jornada o resistir una noche larga. Nota: esto último casi nunca, aunque con excepciones justificadas.

Una nueva taza de café y de retorno a la computadora…; no pueden casi al filo de la tarde, los ejercicios físicos, caminando por el barrio, tratando de sudar un poco lo cual no garantiza eliminar las calorías ingeridas y necesarias, pero es un esfuerzo al menos en estirar los músculos.

Al baño nuevamente, continúan los noticieros, la cena (un tanto más ligera) y a disfrutar de algún audiovisual que nos permita retornar los latidos del corazón que corresponden en “modo descanso”

Una vez que arriban los primeros bostezos o los párpados se vuelven más pesados, suena la alarma mental que dentro de unas 6 horas aproximadamente, se repetirá lo ya descrito anteriormente.

¿Soy acaso rutinario? No lo sé, pero realmente lo que hago, lo disfruto y más en tiempos de pandemia; que cuando termine este desagradable virus, volveremos a soñar en… incorporar nuevos elementos que hagan la vida más agradable y tal vez rutinarias o no.

Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo, foto en PDF de la cédula de identidad por ambos lados y número de teléfono al correo redaccion@elmundo.cr, o elmundocr@gmail.com.

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