Por Junior Jesús Aguirre Gorgona*
Hace poco más del 100 años explotaba en Europa una crisis que cambió radicalmente la forma como era conocido el mundo hasta entonces, La Gran Guerra llamada así en ese momento (posteriormente conocida como Primera Guerra Mundial), fue la excusa perfecta para saldar antiguas deudas de la época imperialista. Rusos, Alemanes, Franceses, Británicos, Serbios y demás países que se sumaron posteriormente, fueron los actores de la primera catástrofe mundial del siglo pasado, ya que 34 años después de iniciada La Gran Guerra, otro conflicto se asomaba en los ventanales europeos: La Segunda Guerra Mundial.
Pero hablar de una Tercera Guerra Mundial en la segunda década del Siglo XXI es una afirmación irresponsable y alarmista… pero no del todo descabellada, el hilo que separa la tensa paz que vivimos hoy, de un conflicto bélico mundial es muy débil, las instituciones internacionales creadas para resguardar la paz mundial carecen de peso y legitimidad, y por los últimos acontecimientos parece que se romperá por su eslabón más débil: Siria. La cual, con una suerte de agujero negro, arrastra países y bloques hacia un mismo territorio.
El juego de alianzas es sumamente complejo, citaré algunos ejemplos:
1. Estados Unidos lucha contra ISIS y las fuerzas de Al Assad,
2. Turquía bombardea objetivos Kurdos al tiempo que lucha contra ISIS,
3. los Kurdos luchan contra ISIS y se defienden de los ataques turcos,
4. Rusia bombardea al Ejercito Libre de Siria que arma Estados Unidos y a su vez apoya a las Fuerzas Armadas Sirias que luchan contra ISIS,
5. el Frente de Al Nusra busca hacerse con la hegemonía terrorista en Siria,
6. mientras que ISIS lucha contra todos con el fin de fundar un califato y eliminar todo tipo de “amenaza occidental” a cualquier precio, incluyendo prácticas genocidas contra minorías cristianas.
El juego de alianzas en Siria ejemplificado anteriormente (similar al que existía en el clima Pre-Primera Guerra Mundial) juega un papel de primer nivel en la tensión internacional, Siria es el pastel al que todos quieren morder y nadie está dispuesto a ceder un ápice de territorio aunque esto signifique la proliferación del terrorismo islámico encabezado por ISIS y sus filiales en el Medio Oriente y hoy en Europa, cada bala que se dispara tiene un objetivo claro y un interés económico muy bien definido, si bien es cierto se lucha contra el terrorismo las intenciones son claras: todos quieren el pedazo de Siria que les corresponde.
La situación en el Medio Oriente no podía estar peor, la llamada Primavera Árabe y la revolución Siria, que en sus inicios eran protestas en contra de gobiernos corruptos y cuasi dictatoriales, han desembocado en la mayor crisis migratoria registrada desde la mitad del siglo pasado, estas migraciones son pan de cada día y la situación humanitaria se agrava con el pasar del tiempo. A esto hay que sumarle las consecuencias de los atentados en París, mismos que propiciaron la demonización de los refugiados del Medio Oriente, etiquetando a todos en una misma categoría terrorista.
Mientras las calles de Damasco se desangran día a día, otros acontecimientos suscitan nuestra atención y disparan las alarmas: Boko Haram, Hezbolah, Hamas, la Yihad Islámica y Al Qaeda todas estas agrupaciones terroristas de corte islamista militante y concentradas en Gaza, Afganistán, Líbano, Nigeria e Irán; a diario lanzan ataques contra población civil, toman rehenes, apuñalan inocentes, apedrean ancianos, secuestran niñas; en países africanos, en Israel y por supuesto los blancos europeos.
Es quizá Latinoamérica el área menos convulsa, atrás quedaron las guerras civiles, golpes de Estado y gobiernos dictatoriales de la década de los 70 y 80, pero el auge del narcotráfico en México; la violencia, sicariato y corrupción sin parangón en Honduras, El Salvador, Guatemala y Costa Rica (producto también del narcotráfico y de políticas clientelistas de años atrás), La “dictadura suave” en Venezuela que en nombre de la Revolución ha lanzado amenazas en caso de perder las elecciones, el aire mesiánico del presidente del Ecuador el cual se aferra al poder con una suerte de redentor, son los disparadores de la línea que marca la estabilidad con el caos en nuestra región.
Son todas estas tensiones mundiales las que nos hacen cuestionarnos si de verdad estamos a las puertas de un conflicto mundial que emule las guerras europeas del siglo pasado, hoy más que nunca la labor de la ONU debe de ser pulcra, expedita e inmediata, La Comunidad Internacional tiene el deber y la responsabilidad de apaciguar la llama que se inició en Siria y hoy se extiende en todo el mundo.
*Profesor Estudios Sociales y Educación Cívica
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