Crónica de un desastre anunciado: China

» Por Luis Zúñiga - Analista político, exdiplomático

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Pontificar sobre la grandeza de China es una práctica usual que el liderazgo comunista chino usa para ganarse la simpatía del pueblo chino con esa especie de “meseanismo” mundial. En realidad, es una forma oblicua de darle justificación a las ínfulas hegemonistas de su líder. Así lo hacía Mao Zedong y así lo hace ahora Xi Jinping. En su reciente discurso de apertura del XX Congreso del Partido Comunista chino Xi Jinping destacó, precisamente, la “necesidad de fortalecerse militarmente para enfrentar (¿las amenazas?) que China tiene por delante en sus aspiraciones mundiales”.

Pero la realidad es muy diferente de las pretensiones. China logró su despegue económico aplicando medidas capitalistas (no socialistas), logró ingresar en las principales organizaciones internacionales de comercio y de finanzas usando la buena voluntad del mundo occidental que creyó que los líderes chinos buscaban llevar su país a una apertura económica y democrática. Pero el tiempo y los hechos han demostrado que el régimen chino sigue imbuido de las ideas marxistas, enfocado en el control hegemónico del mundo y en la meta de que China sea la más poderosa nación para imponer su “socialismo con características chinas”.

Es un hecho, cada vez más convincente, que China ha entrado en una espiral de caída económica y de rechazo mundial. Su pretensión (y esperanza) de que los inversores occidentales continuarían llegando a China y que expandirían las Zonas Económicas Especiales hacia el interior del país, resultó en un fracaso rotundo. Las gigantescas inversiones que hicieron en líneas y ferrocarriles de alta velocidad, en ciudades e infraestructura para esas “nuevas Zonas Económicas” no se materializaron y en efecto pasaron a ser “Zonas Fantasmas”. Los chinos pobres de esas áreas las han “canibalizado” y se han llevado las puertas, ventanas, cerraduras, servicios sanitarios y cuanto han podido extraer de las edificaciones. Muchas de esas ciudades, de un tamaño equivalente a cuatro veces Nueva York, han sido demolidas. En la provincia de Yunnan solamente, hay más de 80 ciudades fantasma.

Tan grande ha sido el desastre de bienes raíces que la empresa mayor en ese giro, Evergrande Group, está al borde de la bancarrota con una deuda de $305,000 millones de dólares. Los millones de chinos que salieron de la pobreza durante la bonanza económica y compraron sus casas, hoy no pueden pagar las hipotecas debido a la caída económica. El valor de las propiedades cayó 34.5% en los primeros 6 meses del 2022.

La deuda de China ha crecido exponencialmente. El Bank of International Settlements estimó, en el 2020, que esa deuda equivalía al 290% del producto Bruto Interno, pero expertos analistas dicen que cuando se agregan las “deudas escondidas”, el monto llega al 350%. La banca anda por un camino similar: Desde abril, 6 bancos han quebrado solamente en las provincias de Henan y Anhui. Se han impuesto restricciones a la extracción de fondos en todos los bancos, incluida Shanghai, la capital financiera de China. El desempleo entre los jóvenes en las áreas urbanas está en el 20%.

Los inversionistas en la bolsa están sacando sus inversiones de China. Mayo fue el 4to mes consecutivo registrando fugas masivas hacia la bolsa de Nueva York que ofrece mayores ganancias. El Banco Central de China no puede igualar las tasas de EEUU porque eso hundiría aun más la economía china. De esa manera, la moneda china, el renminbi, ha caído a su valor más bajo de los últimos 20 meses.

Por otra parte, está la “guerra” (regulación) que Xi ha desatado contra los grandes empresarios chinos y que comenzó contra el Ant Group de Jack Ma. Los analistas de Goldman Sachs han calificado ese ciclo de regulaciones estrictas como: “sin precedentes en términos de duración, intensidad, alcance y velocidad”. Esa ofensiva anti grandes negocios en China ha “borrado” alrededor de $1 trillón de dares en el valor de mercado de las grandes empresas privadas de China. Esos empresarios han sido presionados a hacer “donaciones” de sus ganancias al gobierno en el orden de billones de dólares.

En el exterior, China también ha tenido desastres económicos y financieros. Numerosos créditos en África resultaron incobrables. No pocas inversiones terminaron agriamente cuando los chinos llevaron a esos países africanos sus técnicos, obreros, maquinaria y hasta materiales para los proyectos de inversión. Otro factor negativo resultó el alto grado de corrupción que usaron para ganar influencia política y conseguir el voto de sus políticos en los organismos internacionales.

Importantes centros de estudio y analistas estratégicos de EEUU consideran que las políticas contradictorias que Xi Jinping está imponiendo llevarán a China a un desastre económico irreversible. Puntualizan que la marcha atrás a las reformas económicas de Teng Siao Ping, la guerra contra las grandes empresas privadas, la precipitada y costosísima carrera armamentista y nuclear en que está envuelta China, las malas y costosas inversiones en el exterior buscando influencia política y diplomática y su política agresiva contra Taiwán y las naciones del sudeste asiático, terminarán por aislar a China políticamente, ahuyentar a los inversionistas y reducir a un mínimo los vínculos comerciales del mundo con ella, tal y como ocurría durante la Guerra Fría.

Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo, foto en PDF de la cédula de identidad por ambos lados y número de teléfono al correo redaccion@elmundo.cr, o elmundocr@gmail.com.

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