Costa Rica merece una sociedad sin violencia

» Por Patricia Villegas Álvarez - Diputada Partido Integración Nacional

En la actualidad, la violencia hacia las mujeres y las niñas es una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas, persistentes y devastadoras del mundo.

La desigualdad entre los géneros persiste en todo el mundo. Acabar con ella requiere esfuerzos colectivos y enérgicos para combatir la discriminación profundamente enraizada, que a menudo es consecuencia de actitudes patriarcales y de las normas sociales que estas conllevan.

La Asamblea General de Naciones Unidas declaró esta fecha en 1999 e invitó a los gobiernos, las organizaciones internacionales y las organizaciones no gubernamentales a que organicen ese día actividades dirigidas a sensibilizar a la opinión pública respecto del problema de la violencia hacia la mujer. La fecha del 25 de noviembre fue elegida en conmemoración del brutal asesinato en 1961 de las tres hermanas Mirabal, activistas políticas en la República Dominicana, por orden del entonces dictador Rafael Trujillo.

Si bien es cierto, la erradicación de la violencia hacia las mujeres en nuestra sociedad requiere de un cambio profundo en la cultura machista. Es una batalla de plazo. ¿Cuánto tiempo? No sabemos, pero me atrevo a decir que se requiere de una dosis profunda de amor para que el corazón que inspira a la humanidad se transforme. De ahí, el sistema patriarcal debe dar paso a la igualdad.

Seguimos abonando a los esfuerzos que ya el país ha venido realizando, con la diferencia de que hoy, se les solicita a todas las instituciones estatales dar prioridad y ajustar sus presupuestos en el corto plazo para combatir y prevenir la violencia hacia las mujeres.

En éste sentido como primer poder de la República, impulsamos una agenda común entre las diputadas y los proyectos se encuentran en el trámite legislativo en comisiones y en el plenario. Caminamos al mejoramiento y ampliación de los derechos de igualdad.

Desde aquí apoyamos la creación de planes, en los municipios, para la prevención de la violencia hacia las mujeres. Debemos inspirar los valores de la convivencia de respeto hacia los demás, Sea mujer o sea hombre. Debe prevalecer el respeto, la bondad y la armonía. Quizás, éstas palabras suenen contrarias al llamado de levantar la bandera por la defensa de las mujeres. Pero no es así. Las mujeres educamos el corazón y la mente de los hombres. Somos nosotras las que imbuimos los principios que rigen el destino de los hijos y de las hijas.

Entiendo que debemos dar respuesta a los acontecimientos que hoy, desmerecen y violentan la condición de mujer. En eso estamos las diputadas del grupo parlamentario. Vamos hacia adelante con legislación que proteja y ayude a las mujeres a estar en equidad. Pero la verdadera igualdad llegará cuando el corazón del pueblo vibre en notas de igualdad.

Aquí estamos mujeres elegidas por el pueblo, asumiendo tareas para lograr que aquellas que no tienen éste privilegio puedan incorporarse a la sociedad en igualdad.

Me inspiran unas líneas escritas por Dharius Vidal y de ellas extraigo material de la realidad de la mujer costarricense que constituye el centro de nuestras almas.

Seamos conscientes de que existe otro tipo de mujeres que no legisla, no lee poesía. Su prioridad no es comprar libros para ellas sino para otros. Son aquellas que toman café en el jarro y no los capuchinos en Starbucks. No saben de literatura. No saben aún de tecnología ni hablan inglés, pero se saben el camino a las escuelas, universidades, bibliotecas o museos, porque ahí llevan a sus hijos, nietos o hermanos.

Son aquellas mujeres que trabajan fuera y dentro de casa 20 horas y aún les sobra tiempo para soñar en un mundo mejor. Éstas son las mujeres “sin doctorados” pero sabias e inteligentes; con sentido común, nobles, ecuánimes, mujeres de buen corazón, con pies y manos de hierro.

Vuelco los ojos a mi madre y pienso…

Son mujeres de amor sólido.

Mujeres, como la Madre Tierra, fértiles, calladas, sabias, protectoras, fuertes.

Las que se enferman y no se quejan, ni mucho menos lo publican en redes sociales. Mujeres de corazón de acero!.

Para ellas, para nosotras y para todas las mujeres, Costa Rica se merece una sociedad sin violencia. Una Patria donde prevalezca el amor y no el odio.

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