El objetivo de una campaña política debe ser promover la participación del pueblo y crear conciencia, que involucre a los ciudadanos, que impulse la sociedad a actuar para lograr un mundo mejor, a través de acciones cotidianas y sencillas, que de primeras pueden parecer insignificantes, pero que resultan tener más repercusión e impacto.
En este contexto es que Costa Rica Íntegra (CRI) que es una iniciativa de la asociación cívica, que reunió a más de 65 personas jóvenes de todo el país, representantes de partidos políticos nacionales, provinciales y cantonales, en Sitio Mata de Turrialba para que en conjunto, elaborarán un pacto nacional e interpartidario de principios éticos, para las elecciones municipales de febrero 2024.
La idea de Costa Rica Íntegra es que por medio de esta iniciativa, se logre un compromiso en los procesos electorales en el ámbito municipal, para promover la formación y el liderazgo de las personas jóvenes en la política, la cultura de transparencia e integridad, y el fortalecimiento de la democracia.
No obstante, en el desarrollo de esta campaña electoral se ha podido observar, el peligroso rumbo que va tomando la estrategia publicitaria de los diferentes actores. Unos más, otros menos, casi todos los autollamados “estrategas” tienden a descalificar al adversario en lugar de promover sus propias propuestas.
El ataque personal, con troles y la descalificación grosera y el insulto descarado, con lenguaje soez y procacidad abundante, parecen ser algunos de los instrumentos preferidos por estos mal llamados “estrategas de campaña”. Algunos de ellos, “conocidos” que se ufanan de sus malas prácticas y pregonan sin pudor ni disimulo, la experiencia acumulada para descalificar, y difamar.
Sin embargo y pese a todo, la difamación y la calumnia siguen proliferando en las redes sociales y en otros medios de comunicación, mostrando poco a poco su arsenal infame de insultos y groserías. Herramienta tradicional de políticos convencionales y otros partidos emergentes, sin ideas y sin creatividad, que a la usanza de la vieja escuela intentan mediante una campaña sucia llegar al electorado sustituyendo las ideas y propuestas por insultos y mentiras que al final inciden sobre el abstencionismo y la calidad del voto.
Los costarricenses, seguimos siendo víctimas de la manipulación política, seguimos siendo simples votantes, sin lograr convertirnos plenamente en electores. Votamos, pero no elegimos. Otros lo hacen por nosotros y como si fuera poco, con frecuencia pareciera que en lugar de avanzar retrocedemos.
La campaña del miedo sigue enfocada en privilegiar la calumnia y la agresividad verbal como métodos preferidos en la estrategia publicitaria.
Por último, la democracia es un conjunto de valores y procedimientos que hay que saber orquestar y equilibrar y por lo tanto es el TSE como ente rector quien debe velar para que la democracia goce de credibilidad, confianza y respeto.