Costa Rica entre el debate político, el rol de los medios y la desconfianza ciudadana

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Desde que el presidente Rodrigo Chaves asumió el mandato en Costa Rica, se generó un cambio notable en la forma de percibir la realidad política y social del país. Para bien o para mal, su estilo directo y algunas de sus políticas han impulsado discusiones que antes se consideraban secundarias. Uno de los temas que más se menciona en el debate público es el desempeño del Poder Judicial y su aparente ineficacia a la hora de retener a los delincuentes capturados por la policía. De acuerdo con reportes de prensa (por ejemplo, en La Nación y CRHoy), se han presentado casos de personas detenidas por delitos y liberadas rápidamente, incluso sin medidas cautelares, lo que ha despertado preocupación y una sensación de “libertad total” entre algunos sectores criminales.

Este fenómeno no es nuevo. Informes del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) y de la propia Fiscalía General, consultados en años anteriores, ya indicaban que la reincidencia delictiva es un problema latente en el país. Sin embargo, la atención mediática hacia este asunto ha crecido bajo la administración Chaves, especialmente porque, según se argumenta, el Gobierno ha dado mayor relevancia a la seguridad y al señalamiento público de las instituciones que, en su opinión, no cumplen adecuadamente su función.

Otro punto que ha salido a la luz es el manejo de la pauta estatal en medios de comunicación. Durante gobiernos previos, se cuestionó que esta pauta pudiera utilizarse para favorecer o suavizar la cobertura informativa a favor del Ejecutivo. De hecho, la exdiputada Paola Vega afirmó en su momento (en declaraciones registradas por medios como El Observador) que la administración de Carlos Alvarado había usado la pauta en La Nación para influir en la línea editorial, algo que nunca se probó de manera concluyente, pero que siguió siendo tema de debate. Bajo la gestión de Chaves, se ha reducido la pauta estatal en diversos canales, lo que —según señalan algunos periodistas y columnistas— ha generado un mayor escrutinio y críticas constantes hacia el Gobierno. Basta revisar titulares diarios en medios como CRHoy, donde se publican varios reportajes y editoriales críticos del actual presidente.

La repetición constante de ciertas frases o críticas no convierte un argumento en verdad absoluta, pero sí impulsa a la audiencia a cuestionar el porqué de tales reiteraciones. En este contexto, muchos se preguntan si este incremento en la cobertura negativa obedece solo a un afán de informar o también a un interés político y económico, especialmente cuando la pauta publicitaria estatal se ve afectada.

Por otra parte, en la Asamblea Legislativa, la búsqueda de protagonismo y poder de algunos diputados ha generado roces constantes con el Ejecutivo. En lugar de trabajar en conjunto o de buscar la “mejor versión” de cada uno, se han dado confrontaciones diarias, con al menos dos o tres intervenciones destinadas a cuestionar al Gobierno. El problema central, según gran parte de la ciudadanía, radica en que estas disputas políticas distraen de las necesidades reales del país y generan mayor desconfianza hacia los políticos tradicionales, algo que se ve reflejado en encuestas de opinión como las realizadas por el Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica.

Lo que pocos en el ámbito político parecen comprender es que la población está cansada de este espectáculo mediático y de las constantes polémicas, que también reciben amplia cobertura en redes sociales. Gracias a plataformas como Facebook, Twitter o TikTok, la información viaja mucho más rápido y, a veces, con menos filtros, lo que intensifica la polarización. Es común ver menciones a otros líderes internacionales, como Donald Trump en Estados Unidos, Javier Milei en Argentina o Nayib Bukele en El Salvador, quienes han tomado decisiones drásticas (y polémicas) con resultados que, para muchos de sus seguidores, son positivos en términos de seguridad o reactivación económica.

Los políticos tradicionales en Costa Rica, según la percepción de un segmento de la ciudadanía reflejada en editoriales y encuestas, “deberían dejar de servirse a sí mismos” y concentrarse más en las verdaderas preocupaciones del país. Sin embargo, algunos analistas políticos locales —por ejemplo, en espacios de opinión como los de La República o Columbia— sostienen que se trata de un problema estructural: la necesidad de reformar un Estado que, en muchos aspectos, no logra adaptarse a las nuevas demandas ciudadanas.

En resumen, la administración Chaves ha abierto un debate más crudo sobre el rol del Poder Judicial, el uso de la pauta estatal y la relación entre el Ejecutivo, el Legislativo y los medios de comunicación. Este contexto ha sacado a la luz la necesidad de un cambio en la forma de ejercer la política y la justicia en Costa Rica, pues la población se muestra cada vez más escéptica de las prácticas de antaño. Para profundizar en el tema, es recomendable consultar fuentes oficiales como el OIJ, la Corte Suprema de Justicia, así como los diversos medios independientes y encuestas de instituciones académicas que ofrecen datos y análisis de la situación política y social costarricense.

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Nota final sobre las referencias:

  1. OIJ – Informes anuales sobre criminalidad y reincidencia.
  2. Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica – Encuestas de opinión ciudadana.
  3. Medios de comunicación costarricenses como La NaciónCRHoyEl ObservadorLa República y Columbia, que publican editoriales y artículos de opinión política, así como reportajes de investigación.
  4. Entrevistas y declaraciones oficiales de la exdiputada Paola Vega y del expresidente Carlos Alvarado.
  5. Estudios y comunicados de la Corte Suprema de Justicia y el Poder Judicial de Costa Rica.

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