La reciente autorización del presidente Biden para que Ucrania utilice misiles ATACMS de largo alcance en territorio ruso marca un giro significativo en la política estadounidense respecto al conflicto. Este cambio se produce en un contexto de creciente tensión internacional, exacerbada por el supuesto despliegue de tropas norcoreanas en la región de Kursk. Medios de comunicación estadounidenses, como el New York Times y el Washington Post, han cubierto esta decisión de manera casi simultánea, subrayando su potencial para alterar la dinámica del enfrentamiento.
Las reacciones internas en Estados Unidos son variadas. Mientras algunos asesores abogan por una postura más agresiva, otros advierten sobre el riesgo de escalar las hostilidades, lo que podría provocar represalias por parte de Rusia. El Kremlin ya ha señalado que cualquier ataque a su territorio podría interpretarse como una entrada de la OTAN en la guerra, complicando aún más la situación.
Desde la perspectiva de Costa Rica, un país que depende en gran medida del comercio internacional, una escalada del conflicto conllevaría serias implicaciones económicas. La economía costarricense, que en 2023 registró una balanza comercial negativa, se verá afectada por el aumento de precios en materias primas vitales, como el petróleo y los fertilizantes, lo que podría desencadenar una espiral inflacionaria. En un momento en que la inflación se convierte en un impuesto silencioso que podría afectar a la ciudadanía, nuestro gobierno debe adoptar una postura de neutralidad y abogar por el diálogo. La historia de Costa Rica como nación pacífica y desmilitarizada debería servir como faro que guíe nuestra política exterior.
En este contexto, la posibilidad de una III Guerra Mundial con armas nucleares no es un simple escenario apocalíptico. La decisión de Biden podría desembocar en una mayor implicación de la OTAN y, por ende, en una creciente inestabilidad global. La administración costarricense debe actuar con cautela y evitar unirse a los tambores de guerra. La paz y el diálogo deben ser nuestras prioridades.
Como expresó Albert Einstein en una ocasión, “No sé con qué armas se peleará la tercera guerra mundial, pero la cuarta será con palos y piedras”. En este marco, la búsqueda de la paz debe ser la guía que impulse nuestras acciones en el ámbito internacional.