Si vemos el Índice de Desarrollo Humano del 2019 para las naciones de América Latina, podemos percibir cómo los países con dicho Índice muy alto (Chile:0,847, Argentina:0,830y Uruguay:0,808, por ejemplo) son los países con menor corrupción. Contra sensu, los países con mayor corrupción son prácticamente los países con menor desarrollo económico, así se desprende del Indicador de Corrupción CESLA, elaborado para los países de América Latina.
Así las cosas, la corrupción sí afecta al crecimiento económico de los países, su competitividad y está estrechamente ligada a la desigualdad en el reparto de la riqueza.
Los países pobres o en vías de desarrollo son quizá los que sufren con mayor intensidad este obstáculo al desarrollo.
Ahí es donde me pregunto, ¿es que no está entre los deberes del soberano hacer lo mejor por su pueblo, como decía Platón? Por supuesto que sí, pero parece que para algunos la ruta más fácil es la de la corrupción.
Entonces, ¿es malo para la economía que se comprueben y condenen actos de corrupción? ¿Ello frenará las obras y los nuevos proyectos del sector público y privado? Trataré de responder a esta pregunta diciendo que en todos los gobiernos y países del mundo se presentan actos de corrupción y el desarrollo de sus pueblos avanza, en unos más que en otros; incluso en países donde hay pena de muerte para los corruptos existe corrupción. Sin embargo, nada de ello justifica una actuación irregular en perjuicio del desarrollo de un país.
CIFRAS REVELAN CORRUPCIÓN EN LA REGIÓN:
Tan solo veámonos la media (67,65) del indicador de Corrupción CESLA, elaborado para los países de América Latina, que presenta en el 2020 un repunto marginal, respecto del 2019. Si bien en la región los países más eficaces continúan siendo Uruguay (26), Chile (30) y Costa Rica (42), hay que destacar los avances significativos (entre 5 y 7 puntos) que han presentado Argentina, Brasil, Colombia y Ecuador y que reflejan además un mayor Índice de Desarrollo Humano. Por otro lado, aunque Venezuela y Haití mantienen niveles alarmantes de corrupción, se aprecia un marcado empeoramiento en el valor alcanzado por Nicaragua, Guatemala, Honduras y Haití.
Uruguay superó a los otros 15 países de la región, gracias a la eficiencia e independencia de sus cortes, sus organismos de orden público y sus entes anticorrupción. Desde 2018, el congreso de ese país también ha enfrentado el lavado de dinero, una importante causa de precupación que persiste.
Chile, por su parte, que suele ser uno de los países con mejor desempeño del índice, ocupó el segundo lugar, pese a la agitación política en 2019. Contrario a estas dos naciones, en el último lugar, está Venezuela y eso no es una sorpresa. Muchos señalan que el puntaje del país bajó otro 11 por ciento desde el año pasado, con la mayor erosión del “presidente” Nicolás Maduro sobre las instituciones gubernamentales, al punto de que ya no quedan entidades verdaderamente independientes.
Se observa así claramente una correspondencia entre corrupción y crecimiento o estado de desarrollo de un país.
PRINCIPALES PRÁCTICAS CORRUPTAS:
Entre las prácticas corruptas más habituales se encuentra la utilización de un cargo público para beneficio propio. Quienes buscan enriquecerse a costa de un puesto de responsabilidad pública, provocan un sobreprecio en las obras y servicios públicos. Ese sobreprecio, desgraciadamente es pagado por los ciudadanos, dado que repercute en un mayor coste para las administraciones públicas. Por otra parte, las decisiones corruptas provocan que se ignoren las normas de calidad y seguridad de muchos servicios e instalaciones que deberán ponerse a disposición de la ciudadanía.
Otros claros ejemplos son la construcción de grandes obras que se financian de forma injustificada y que suponen enormes costes para el erario público sin generar estas ningún beneficio social ni ninguna rentabilidad económica.
Además, otro impacto podría verse en la afectación en la libre competencia, donde por ejemplo en las adjudicaciones de obras y servicios públicos “casi siempre” ganará el empresario que tenga el favor del político corrupto. Esto implica que eventualmente los empresarios no competirán en igualdad de condiciones a la hora de acudir a un concurso de obra o servicio público.
Por otro lado, una de las nefastas consecuencias de la corrupción es que se generan cantidades de dinero “opacas”, por ejemplo, el dinero de los sobornos se oculta al fisco y se desvía a paraísos fiscales. Recordemos el caso de Costa Rica, por ejemplo, como fue considerado dentro de la lista de paraísos fiscales, hasta que en octubre del 2019 la Unión Europea retiró a una serie de países de su lista gris de paraísos fiscales, entre ellos, Costa Rica.
Aunado, otra de las prácticas de la corrupción es asumir cargos públicos cuando no se tiene la capacidad para ejercerlos y que conlleva a quienes los asumen a tomar decisiones erróneas, pérdida de recursos y actos administrativos irregulares que van en perjuicio del interés y los recursos públicos.
Así las cosas, uno de los factores a considerar si queremos propiciar el desarrollo económico de los pueblos, es el abordaje integral contra la corrupción como una verdadera política pública tendiente a denunciarla, condenarla y evitarla con organismos de orden público y sus entes anticorrupción.
Además, la solución pasa por la transparencia en las cuentas públicas y una educación de los ciudadanos en valores que les enseñe a repudiar la corrupción. La tarea es de los honestos, y quizá de los corruptos que quieran rectificar….
Los pueblos necesitan desarrollo y es un deber trabajar por ello.
—
Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo, foto en PDF de la cédula de identidad por ambos lados y número de teléfono al correo redaccion@elmundo.cr, o elmundocr@gmail.com.