Congreso carece de oposición política pensante

» Por Luis Fernando Allen Forbes - Director Ejecutivo Asociación Salvemos el Río Pacuare

Uno de los grandes retos que enfrenta la Asamblea Legislativa costarricense, es el de consolidar una oposición corresponsable, que contribuya a que el Poder Legislativo se convierta en un órgano que colabore, fiscalice y sirva de contrapeso al Poder Ejecutivo.

Está claro, que una oposición sólida no se construye solamente a partir de votos en contra de las propuestas presentadas por el Ejecutivo y su partido político, sino también en la discusión con sus adversarios de los mecanismos con los que se solucionarán las problemáticas del país.

Es decir una oposición que ayude a construir los grandes acuerdos, una oposición parlamentaria fuerte y vigorosa que garantice no sólo el derecho al disenso de las minorías sino que se constituya en un verdadero poder institucionalizado.

Los gobiernos requieren crítica, necesitan ojos que cuestionen, que pregunten, que se opongan. Sólo en el debate, las ideas crecen y es posible enriquecerlas. La oposición debe ser capaz de concertar y presentar ante el pueblo, una propuesta de programa que exprese la lucidez en su interpretación de la historia nacional, y que sea de verdad una lectura, una visión y una acción alternativa frente a la del oficialismo.

La democracia requiere oposición. “La democracia requiere pluralismo y el reconocimiento de que es necesario encontrar términos justos para convivir como ciudadanos libres e iguales. Un correcto ejercicio del poder político podrá existir cuando la oposición dirija la crítica también hacia sí misma.

En política no solo son importantes las acciones, sino que también es fundamental el discurso desde el cual se legitiman las acciones. Un buen discurso legitimador de acciones genera mística para atrapar emocionalmente a los potenciales votantes, y permite superar contradicciones manifiestas en la construcción política.

Con la presencia de una oposición política pensante y responsable, se ejerce la tarea de controlar la acción gubernamental como una de sus funciones primordiales. Adicionalmente le corresponde impulsar propuestas para el control y la orientación política que le permitan ejercer una supervisión detallada del Ejecutivo, que contribuya a la consolidación y fortalecimiento de nuestro sistema democrático.

Costa Rica debe reajustar el funcionamiento del congreso a las nuevas realidades. Esto supone un Poder Legislativo fuerte, vigoroso, fuera de la órbita presidencial, que sea capaz de ejercer por la vía del control parlamentario y de sus instrumentos, un verdadero contrapeso al Ejecutivo.

Por lo tanto, los mecanismos de control político deben estar en manos de las minorías parlamentarias, independientemente de que puedan o no ser gobierno, pero que a través de sus distintas posturas, puedan constituir oposición en el congreso, al gobierno de turno.

Finalmente, una oposición muda, torpe o ausente deja el camino libre para que las decisiones respondan únicamente a los intereses de un grupo político

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