Costa Rica necesita avanzar en muchos proyectos que no pueden esperar más.
Muchos proyectos se han estancado y ciertamente no existe ninguna posibilidad de que lleguen a buen puerto bajo las condiciones actuales.
Nunca como antes se había visto una desarticulación tan marcada entre los distintos Poderes de la República.
Cuando tenemos al Poder Ejecutivo y al Poder Legislativo riñendo como perros y gatos y generando disputas sin sentido, solo hay un resultado posible: el fracaso.
Echándose las culpas el uno al otro, no logrará avanzar en ninguna de las áreas críticas en que el país necesita acción urgente.
Hablar de culpables es innecesario y hasta ridículo, cuando en realidad, por ambas partes tanto por el poder ejecutivo, como el legislativo, ha habido incapacidad y falta de voluntad para construir puentes de diálogo.
Quedando ya menos de dos años para que tanto los inquilinos de Zapote como de Cuesta de Moras se vayan cada quien para sus casa, resulta necesario y quizá urgente establecer un enlace de comunicación entre ambos. Ya ni siquiera, pensando en lograr algunas de las metas y acciones que se presupuestaron para este cuatrienio, sino pensando en lo que vendrá en próximos periodos.
El bienestar del país es lo que debe prevalecer siempre y esto puede parecer muy fácil de entender, más no así llevarlo a la práctica.
El puente de comunicación que se requiere entre ambos Poderes de la República, para poder limar asperezas y generar diálogo constructivo para la sociedad, debe gestarse por parte de personas que tengan conocimiento de la dinámica que se vive en cada uno de esos sectores y además que, en la medida de lo que es posible, gocen del respeto y credibilidad tanto de los miembros del Poder Ejecutivo como del legislativo. Preferiblemente, profesionales que no tengan intereses electorales en el corto plazo.
No es sencillo buscar figuras que tengan este beneplácito, pero dentro de lo que hay en nuestro medio, deben valorarse opciones y porqué no, nombrar una comisión de enlace entre ambas partes. Al fin y al cabo, si de de algo sabemos y estamos más que acostumbrados es a que en este país se nombren comisiones para casi todo.
No sería descabellado pensar en la conformación de una comisión de alto nivel que durante un período razonable, de unos dos o tres meses se dé a la tarea de aperturar y consolidar un diálogo y negociación urgente para el país.
Me atrevo a mencionar algunos nombres de personas que han formado parte de ambos poderes en el pasado y que, a mi juicio, podrían al menos algunos de ellos, contribuir a sentar las bases para que en un corto plazo se pueda generar un espacio de diálogo, contribución y sinergia, que permita ir enderezando el barco-país, para los próximos meses.
Anticipo que, aunque muchos de los nombres puedan parecer como “viejos conocidos” es necesario que sean personas que conozcan muy bien la dinámica de los poderes ejecutivo y legislativo y que tengan experiencia en resolución alterna de conflictos y probada capacidad de negociación. Además de conocer sobre los temas más urgentes del país como, seguridad, educación, salud, economía etc.
- Rodolfo Méndez Mata
- Eduardo Dorian
- Ana Helena Chacón
- Lineth saborío
- José Miguel Corrales
- Patricia Mora Castellanos
- Alberto Trejos (Decano de Incae y exministro negociador del TLC con USA)
- Eduardo Cruickshank
- Laura Chinchilla Miranda
- Aída Faingezicht
- Marco Vinicio Ruiz (ex ministro de Comercio Exterior).
- Mónica Nágel
- Kevin Casas
- Dr. Ennio Rodríguez.
- Román Macaya.
Son éstos solo algunos de los posibles nombres de personas que podrían colaborar en la loable misión de negociar un acuerdo político de colaboración que le abra las puertas a la cordura, la sensatez y el buen juicio tanto a diputados como ministros y presidente.
Debe dejarse atrás el sesgo ideológico sin mirar atrás ni cuestionar de dónde vienen las personas. Lo importante será cuánto puedan contribuir a lograr las mejoras que urgen para el país.