Treinta y cinco años fueron necesarios para que en Arabia Saudí volvieran a reabrir, después de la prohibición; los cines, desde luego con el beneplácito del novel príncipe heredero quien se perfila como un gobernante abierto al progreso y deseoso de ponerse “up to date”; sin olvidar que las mujeres del reino, pueden ahora, siempre bajo la autorización de los maridos; conducir los autos, como es sabido de mucho lujo; la pregunta que sigue es: ¿las películas a estrenarse, se someterán a una pizca de censura y; dicho sea de paso, las peluqueras y los modistos de moda, podrán peinar con arte las cabezas de las lindas mujeres del país y los segundos, lograrán alguna modificación en los Burkas y las Abayas?
En un tema que se la trae, según una noticia digna de crédito, resulta que un padre musulmán quien era contrario a que su hijo fuera un bailarín clásico y concurriera a clases de ballet, le golpeó las piernas durante mucho tiempo, hasta que pese a todos los obstáculos el joven palestino logró su sueño y se graduó como un bailarín clásico de renombre, al progenitor no le quedó otra que arrepentirse de su barbaridad y felicitar a su retoño.
En Costa Rica, por dicha; debido a nuestra cultura, actuamos de otra forma, muy distinta a la del padre drástico, y para concluir comentamos: “¡Aunque fue, alguito, todo ha sido para la musa Terpsícore!”
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