El Megapuerto de Chancay, ubicado a 80 kilómetros al norte de Lima, Perú, se erige como el primer puerto inteligente y verde de América Latina, una obra monumental que tuvo un costo de $3500 millones. Este proyecto, parte de la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China, tiene como objetivo colaborar en el proceso de integrar la infraestructura estratégica y portuaria a nivel mundial para agilizar los flujos comerciales y fomentar intercambios culturales entre naciones. En este sentido, representa una herramienta clave para el desarrollo de América Latina y otros países del sur global, promoviendo un desarrollo basado en la historia e identidad propias de cada región.
La multipolaridad y la cooperación, como lo demuestra este puerto, no se trata de imposiciones ideológicas o sanciones económicas, sino de ampliar opciones, facilitar el comercio y construir un desarrollo soberano. Este enfoque se aleja del excepcionalismo característico de Occidente, ofreciendo en su lugar un modelo de cooperación inclusiva y de ganar-ganar. Según palabras del presidente Xi Jinping: “Gracias a las sabidurías de las civilizaciones compartimos visiones similares y estamos unidos de corazón”.
China y Perú han consolidado una relación estratégica basada en la amistad y el respeto mutuo. Esta alianza ha convertido a China en el principal socio comercial de Perú y a China en el destino número uno de las exportaciones de este país sudamericano. Al mismo tiempo, Perú es el cuarto socio comercial de China en América Latina. Esta colaboración no solo es económica, sino también cultural, como destacó Xi en la inauguración: “La civilización china es la única del mundo que se ha desarrollado de forma ininterrumpida por más de 5000 años. Mientras tanto, la civilización marítima y terrestre, representadas por la Caral y la Inca, son vívidas muestras de la diversidad de la civilización peruana. Tanto los expertos arqueológicos chinos como los extranjeros sostienen que la civilización china y las americanas fueron creadas por descendientes de los mismos ancestros en diferentes épocas y lugares”.
El Megapuerto de Chancay es un corredor marítimo directo entre Asia y América Latina, una conexión que reduce los tiempos de transporte hacia los puertos chinos entre 10 y 20 días. Según estimaciones, el puerto generará ingresos anuales de $4500 millones, más de 8000 empleos y reducirá los costos logísticos en un 20%.
El proyecto es propiedad en un 60% de Cosco Shipping Ports, una empresa estatal china, y en un 40% de la minera peruana Volcan. Esta obra ha despertado gran entusiasmo en el gobierno peruano y el sector empresarial, que ven en esta obra una oportunidad para potenciar la competitividad de la región.
Pero este proyecto no se limita al comercio y la economía. Su carácter innovador se refleja en la creación de una estación de rescate de animales, un concepto inédito en el ámbito del comercio internacional y la infraestructura portuaria. Este espacio se dedica a la protección de pingüinos, focas, aves y otras especies, al tiempo que contribuye a mejorar las condiciones ambientales de humedales, playas y hábitats biológicos circundantes. Este enfoque establece un precedente crucial: el desarrollo económico y la responsabilidad ambiental no son opuestos, sino componentes inseparables de una visión de futuro compartido. En un mundo donde la sostenibilidad ya no es opcional, este proyecto nos recuerda que el éxito comercial no puede desvincularse del respeto y la preservación de la naturaleza.
El Megapuerto de Chancay no es solo el más grande de la región, sino que simboliza el compromiso de China con el Sur Global y el papel estratégico del Pacífico en el comercio mundial. Esta obra, que mira al futuro, subraya también en términos geopolíticos que el desarrollo ya no está centralizado en Occidente, sino que se expande hacia Oriente, donde nace el sol, con nuevas dinámicas de cooperación y progreso compartido en los albores de un mundo multipolar.
