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Carta Abierta

» Por Karine Niño Gutiérrez - Diputada de la República

En la vida como en la música los silencios son importantes, las pausas necesarias y forman parte de la melodía. Esperé un par de días para poder expresar en palabras lo que el corazón atravesó durante esta semana.

Hoy escribo estas líneas no como la política, no como abogada o empresaria. Hoy cada una de ellas las escribe Karine Niño, la mujer, la esposa, la madre, la costarricense común y corriente, que por voluntad de Dios y por un voto de confianza del pueblo hace dos años llegó a ocupar una curul.

Desde muy joven, mi vida ha estado llena de pruebas, desafíos y obstáculos, pero siempre he creído que rendirse nunca es una opción, que bajar la cabeza o esconderse no es solución. Hace unos años lloré amargamente la muerte de mí papá, desde entonces y aún sin entender muchas cosas y deseando tenerlo aquí para preguntar otras tantas, asumí roles que me fortalecieron y me formaron para llegar hasta donde estoy hoy, nunca me imaginé llegar a ser diputada, ni tampoco pasaba por mi mente lo que viví hace unos días.

Muchos dedos se levantaron a señalar, muchas voces a criticar, un tema personal se hizo un circo, un tema doloroso, donde no vale la pena señalar ni hablar de nadie, me llevó a vivir horas de desconcierto, dolor y una tristeza profunda, no por mi, si no por ver la exposición, sufrimiento y la preocupación en mis hijos, en mi esposo, de verme siendo tratada cual delincuente, ver lágrimas que no tienen precio, lágrimas que no se reflejan en un titular, una toma o una foto.

Cada día de mí vida he procurado caminar con honradez, integridad y transparencia, nada que yo haya hecho es contrario a la ley, y verme en esta situación me llenó de una serie de sentimientos encontrados, pero no me hizo bajar la cabeza porque no tengo nada que ocultar.

Sé que más allá de la denuncia o de la situación, que no me referiré a eso, ya tendré mi tiempo para hacerlo porque creo en la justicia, el morbo por mi puesto o investidura llevó a qué se me juzgara duramente en este campo de batalla digital, no obstante, quienes me conocen, quienes han estado a mi lado saben que no hay una sola cosa que pueda ser usada como artimaña política, pues mi probidad, mi trabajo y mis valores no pueden ser cuestionados, porque desde el día uno he demostrado que soy de una sola pieza.

¿Problemas familiares? Sí, como cualquiera otra familia. Temas personales todos tenemos como cualquier mortal, que una diputación o cualquier cargo político no pueden quitarnos, no todos conocen más allá del cargo, no todos ven más allá de lo que sale en las noticias, pero es importante no quitarnos esa calidad de seres humanos, para que no se nos mida con una vara desproporcionada e irreal.

Agradezco a quienes han estado pendientes, a quienes me mostraron su solidaridad, su compañía. Agradezco a quienes en momentos difíciles nos recuerdan el valor de la amistad. No ha sido fácil, ni lo será, pero les digo que aquí estoy de pie, sostenida por los que más amo, abrazada por mis hijos y mi esposo, que me recargan de fuerzas cuando no doy más, abrazada de mi FE que me recuerda que para los que amamos a DIOS, TODO ABSOLUTAMENTE TODO OBRA PARA BIEN.

Aquí estoy con mi frente en alto, mirando a los ojos a cualquiera, sin nada que esconder confiada de que esto también pasará, saldremos más fuertes pero sobre todo, nada de esto me detendrá para seguir haciendo las cosas bien, trabajando por mi país, y enviando hasta el cielo un mensaje de fidelidad para que Don Víctor Julio Niño se sienta orgulloso de esta mujer que hoy les escribe.

Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo, fotocopia de la cédula de identidad por ambos lados y número de teléfono al correo redaccion@elmundo.cr.

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