A partir de hoy escribiré semanalmente en este espacio. Un lugar donde podré compartir mi visión y opinión acerca de los asuntos relevantes de nuestro país y del mundo.
Como Diputada de la República, estoy consciente de que la aprobación de leyes es parte de nuestras funciones; sin embargo, tan importante como la primera, es analizar, y cuando sea necesario, utilizar todos los mecanismos posibles para crear consciencia acerca de lo peligrosas, dañinas e incluso destructivas que pueden ser algunas iniciativas de ley.
“A mayor volumen, mejor”. Este es un refrán válido en muchos aspectos pero no cuando de “fabricar” leyes se trata. Los medios suelen publicar noticias de que la producción legislativa fue baja con un tono negativo, provocando en los lectores una sensación de ineficiencia y rechazo a la labor de la Asamblea Legislativa y de los diputados.
De forma equivocada, emiten criterios relativos a ineficiencia y vagancia: “qué vagos”, “ojalá pudieran aprobar todas las leyes en un día”, pensando que de darse lo anterior, Costa Rica sería perfecta, no habría pobreza, crímenes ni problemas económicos.
Sin embargo, día a día la ciudadanía va comprendiendo que la ley no es un producto. La ley es la forma en que el Estado utiliza su monopolio para imponer su criterio en contra de los ciudadanos.
En la Asamblea Legislativa todos los días nos encontramos con proyectos de ley de los más diversos tipos y pretensiones, que siempre crean derechos y necesariamente deberes. Proyectos de ley sobre control de precios de bienes y servicios, por ejemplo, son contraproducentes para el desarrollo económico de cualquier país. El aumento de la demanda provoca escasez. La contracción de la oferta, a raíz de la disminución de productores menos eficientes, acentúa aún más esa escasez. En resumen, una medida, en principio adoptada para beneficiar a los más pobres, termina perjudicándolos.
Entre menos leyes y mayor calidad de las mismas, más seguridad jurídica y menos regulaciones envuelven el entorno en que nos podemos desenvolver todos los costarricenses.
Debemos tener mucho cuidado. Como bien lo dijo el escritor, economista y legislador francés Frédéric Bastiat “cada vez que se crea una ley, se cercena una libertad.”
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