Borrados por el sistema

creditoPor Gerson Alvarado

Hace ya varios años se hizo de práctica común el uso del record crediticio como referencia para que las entidades financieras asegurasen sus operaciones tanto con personas jurídicas como físicas.

Dicho record aparece como mecanismo protector de una de las partes involucradas (los bancos) y no así de los deudores como se ha querido hacer ver, si bien es cierto ostentar un buen record crediticio le abre puertas a una persona, en realidad solo sirve para permitirle acceso a un mercado donde todos somos presa de quienes lucran con los intereses.

Los bancos y demás figuras otorgadoras de crédito reciben beneficios de entre el 20 y el 50 por ciento de las operaciones, a pesar de que la tasa básica pasiva se ha mantenido por debajo del 10 por ciento desde hace casi una década. Algunos alegan que son transacciones de mucho riesgo pero en realidad y con la ayuda de esta nueva herramienta, el riesgo lo corre quien accede al crédito.

Una vez que se incumple con los compromisos adquiridos, se entra en una zona de guerra en la que se persigue de forma encarnizada al deudor y fiadores, sin importar si el saldo es insignificante comparado con la deuda original o si durante años se ha pagado de sobra el monto acordado. No es de extrañarse pues a esta fiesta están invitados abogados, ejecutivos de cuenta, gerentes, mensajeros, etc. Todos quieren su parte del pastel, todos quieren sacar provecho del negocio en el que se convierte el incumplimiento por parte de alguien que con alguna frecuencia no deja de pagar por que no quiere si no porque no puede. Más recientemente aparece un nuevo actor, empresas que compran las deudas por un porcentaje de su valor y que lucran con los malos tiempos del prójimo.

Sean los acreedores originales o los oportunistas de turno, llaman, hostigan, persiguen, acosan y amenazan a quien de aquí en adelante está obligado a llegar a un acuerdo de pago que no ofrece ninguna ventaja o facilidad o a pagar onerosos intereses que alimentan este negocio lucrativo como el que más.

Pero la historia no termina ahí, si no hay acuerdo vienen los embargos, cuentas, propiedades, etc. Se pierde derecho a la propiedad pues cualquier cosa que se tenga es blanco de estos verdugos.

Y como si fuera poco, resulta que ahora las empresas están echando un ojo a su record crediticio para contratar.

Pensemos por un momento en una situación muy común considerando la crisis económica que atravesamos y nuestra actual tasa de desempleo.

Juanito pierde su trabajo, un tiempo después y luego de haber agotado sus ahorros, liquidación o ambas, no es capaz de seguir haciéndole frente a sus obligaciones, le embargan su vehículo o su casa, y sus posibilidades de conseguir trabajo se reducen al mínimo debido a su situación.

En otras palabras el sistema que lo está ahogando no le da la mano para que se salve, más bien termina de hundirlo.

Ahora bien, ¿quiénes son los perjudicados aquí? Todos, unos en mayor medida que otros pero nos afecta negativamente a todos, Juanito y los demás en esta situación se ven forzados a salir del sistema formal de producción e ingresan al inframundo de la informalidad, sin seguro, sin cuentas en los bancos (los mismos que lo empujaron a su situación y que dependen de los ahorrantes para sostenerse), sin poder contratar servicios a su nombre, en fin se convierten es desconocidos para cuanta transacción económica o financiera exista.

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