Es bien conocido por todos que el costarricense tiene muy impregnada esa cultura del choteo, del chiste, de la palmada en la espalda después de hacerle una broma a alguien. No es extraño para nosotros escuchar los cuentos cómicos en la calle que adornan a nuestro país de un leve nivel de despreocupación real de lo que sucede.
Y es que vivimos ahora en el mundo de las redes sociales, en el mundo donde nos informamos a través del sarcasmo, para nosotros la broma sarcástica sobre algún funcionario público con poca credibilidad es mucho mejor que leer el editorial de un periódico nacional, y lo digo siendo yo misma parte de un grupo de comedia que ha utilizado el humor para denunciar. Sin embargo, se genera un patrón, una especie de cultura en la que el chiste pudo más que la información que nuestro cerebro decidió dejarse, y ahí, justo ahí es donde creo que está el problema y uno muy serio.
En tanto hacemos chota de problemas políticos, económicos, sociales, se nos vuelven más simpáticos de lo que deberían, en tanto nos olvidemos de lo que el chiste expuso en su esencia de denuncia, menos nos plantaremos ante un sistema político que nos está quedando corto, menos nos plantaremos en contra de sectores que creen tener la última palabra en los temas más delicados de la vida del tico.
Ahora, ¿qué hacemos con Facebook? Bueno, Facebook es sin duda la olla grande de la abuela donde se hace el arroz con pollo, todo, absolutamente todo cabe ahí. Tenemos una cultura en redes sociales que creo que es mundial, pero quiero hablar de acá, que es la que tengo muy clara; actualmente tenemos información que va y viene, medios de comunicación hacen sus movidas y sus publicaciones en las que no bajan de dos mil comentarios, comentarios que a veces puede ser un error leer, porque son un reflejo total y absoluto de una cultura que prefiere no leer, que prefiere que en un párrafo le expliquen el plan fiscal, una población que prefiere ver memes ir y venir, eso sí, de política para estar informados, porque un ciudadano responsable se informa.
Cómo poder decirlo sin que suene un poco incorrecto, ¡es absurdo!, no le damos seguidilla a problemas de gobierno solo porque Facebook dice, Facebook nos ha dicho millones de cosas, nos ha dicho que se murió Luis Miguel, nos ha dicho en qué año se acaba el mundo, nos dijo que nicaragüenses quemaron la bandera de Costa Rica, nos ha mostrado además mensajes de otros planetas, en fin, Facebook es único, de verdad que sí.
Costa Rica necesita hacer un cambio, su población, aunque no toda, está acostumbrándose a comer cuento, de absolutamente todo, está acostumbrándose a pensar que por usar su perfil de Facebook y ofender de todas las maneras posibles a una persona del gobierno está lista su función ciudadana de ser parte de la solución. Y quiero dejar algo bien claro, Costa Rica tiene un sector de comediantes que ha querido levantar la voz, y de verdad que lo hacen, sus perfiles de Facebook y sus producciones son certeras, directas y bien claras, y por eso es que, estoy segura de que, antes del chiste que han tirado, son personas que se preocupan y usan sus habilidades para denunciar y dejar en cada persona una idea clara y tajante de un problema que merece denuncia. Lo sé porque tengo la dicha de conocer a algunos de ellos y ellas.
Lo anterior es totalmente distinto a ver un meme, compartirlo y pensar que nuestra cuota de responsabilidad personal en informarnos, leer y darle seriedad a las cosas está cumplida. Muchas cosas pasan en la Asamblea y se aprueban todos los días y los ticos, ni cuenta nos damos, porque ha sido más interesante un resultado de futbol, ha sido mejor tener nuestro grupo de memes en Whatsapp para enviar durante la semana, eso no puede faltar.
A ver si nos despertamos un poco, a ver si usamos el choteo para denunciar lo que se debe denunciar, pero porque antes entendemos qué es lo que pasa en el país, en nuestro país, país que si no cuidamos se nos puede ir de las manos, aunque la opinión de muchos es que ya se nos fue, pero sigo pensando en que Costa Rica tiene un pueblo muy comprometido, ahora, el asunto es que no sé qué se nos hizo.
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